Metían bulla tocando vuvuzelas, esa especie de corneta plástica que se hicieron conocidas en un mundial de fútbol y, a esas horas de la madrugada, no había canal de televisión o matinal que no les diera cobertura. Eran vecinas y vecinos de la calle Namur quienes protagonizaban una de las protestas más extrañas que se han visto en el último tiempo. Con un timing perfecto el día que el Concejo Municipal de Santiago votaría el cambio de nombre de 11 puntos de la ciudad, los medios inflaban el conflicto.
Y es que los que viven al otro lado de la ciudad, en comunas más periféricas (¿Aló Maipú?) saben lo difícil que es conseguir que un solo canal de televisión te mande un periodista con una cámara. Acá, estaban casi todos. En el canal público una periodista que fue presentada como «Pame», indicaba que no, que las vecinas y vecinos que cortaban el tránsito no estaban en contra del cambio de nombre, pero querían una consulta ciudadana. ¿La habrán querido para aprobar el cambio o rechazarlo?. «Ellos exigen que haya una consulta ciudadana», decía la profesional.
A horas de la votación el tema se instalaba en la agenda AM del país y la alcaldesa explicaba que la propuesta había venido de organizaciones sociales. La periodista del canal público repetía que el problema era la forma y no el fondo y uno, del otro lado de la pantalla, se comenzaba a hacer preguntas básicas. Preguntas que uno aspiraría que a los profesionales de la TV se les ocurriera hacer.
Porque hay hechos que una cámara no puede tapar. Y decir, por ejemplo que no eran más de 20 personas las que reclamaban, es algo que se puede chequear viendo los videos en youtube y haciendo pausas. La protesta de ayer sin duda tenía una sobre representación de medios. Daba la sensación que habían más periodistas y cámaras que vecinas y vecinos reclamando por el cambio de nombre de la calle Namur
Y si es por ponerse un poco perspicaz y desconfiando (cuestión que suelen enseñar en las escuelas de periodismo) cuesta entender que ningún profesional de las comunicaciones, tanto en el despacho como en los estudios de los canales de TV encontrara sospechoso que los carteles estuvieran impresos. Incluso, si se miran con detención se puede ver el logo de la imprenta que los hizo. ¿Habrá habido un canje? ¿Tal vez una nueva forma de protesta?. La imprenta, de hecho queda en Providencia. Cosa rara, toda vez que las de Santiago Centro suelen ser más económicas.
El pasacalles, era un lujo. Nada de chacones, cartulinas pegadas ni plumones. Un PVC enorme, perfectamente impreso coronaba la protesta.
Protesta en la calle Namur: dos carteles por nuca
La protesta de la calle Namur estaba más arreglada que mesa de cumpleaños y lo masivo se ve claro en la foto de más abajo. Cada vecino lleva dos carteles perfectamente impresos. ¿Será que algunos no llegaron?
Los medios no son (no somos) neutrales
Escribo este análisis canalla para poner sobre la mesa un tema que siempre repito. Los medios no somos neutrales, pero lo de hoy pasó -por lejos- los límites mínimos. En jerga periodística se podría decir que «el mono quedó mal armado». Sin embargo la TV no renunció a la idea, secundada por los medios escritos, de instalar una polémica falsa: una protesta en la calle Namur para crear la sensación de conflicto.
La Tercera, que no es un diario marxista intentó apuntalar el tema y le tomó el pulso a la ciudadanía. A las 21:30 hrs un 71.24% se mostraba de acuerdo con el cambio de nombre. A las 22:40 hrs la encuesta había desaparecido del sitio. Tal vez no la supe encontrar. Tal vez
La protesta de la Calle Namur es un ejemplo muy bueno a la hora de hablar de cómo los medios de comunicación instalan temas y fabrican debates. Quizás las preguntas más interesantes fueron las que los periodistas no hicieron: ¿Quién pagó los carteles y el PVC? ¿Quién tuvo tanto poder de convocar a tanto medio de prensa tan temprano? de pronto, si alguien tirara de ese hilo nos terminaríamos llevando una sorpresa que, vista las cosas, no sería tan sorprendente.
Al final del día el colegio de Arquitectos dio pie atrás en su idea de renombrar la calle. Al final será una plazoleta la que le rendirá tributo a Ida Vera Almarza, arquitecta de la Universidad de Chile de 31 años que fue detenida por la DINA, y presuntamente llevada al recinto de detención conocido como «venda sexy» Sus restos siguen desaparecidos.
Al menos, Ronald Wood, el maipucino asesinado por la dictadura, tuvo un poco más de suerte. El puente Loreto llevará su nombre.
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