El cuento de la “Liebre y la Tortuga” aplicado a la carrera municipal

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Fotomontaje por Liz Muñoz Rosales
Fotomontaje por Liz Muñoz Rosales

El otro día viendo una película me acordé de Christian Vittori y escribí un artículo que fue bien visto. Hoy la historia es distinta. Convengamos en que andaba por una Librería del Mall Plaza Oeste, comprando algunos títulos para leer y pasé por la sección infantil, para proveer de títulos a mis pequeñas hijas. Y ahí fue cuando vi el clásico cuento de la liebre y la tortuga. Y sonreí. Mi mujer me preguntó que me pasaba y le comenté la conexión que encontré entre la fábula y la candidatura de Vittori. Ella me miró con esas caras que las féminas a veces nos colocan. Como diciendo sin palabras “eres un obsesivo por la política”. Lo soy amor mío. Lo soy.

Si usted no tuvo infancia le resumo el cuento de la siguiente manera:

Fotomontaje por Liz Muñoz
Fotomontaje por Liz Muñoz

Hay una carrera y compiten una tortuga y una liebre. La lógica nos dice que la liebre debe ganar la carrera y probablemente si se armara una ronda de apuestas, usted le pondría todas sus “fichas” a la liebre. Pero la liebre tiene un problema: es “cachetona” o presumida para ser más precisos.

Entonces parte la carrera y la tortuga va lenta, lenta como tortuga. Y la liebre parte rápido, pero a mitad de camino la muy presuntuosa se tiró a dormir una siesta. Total estaba convencida de su triunfo. Cuento corto: la tortuga a paso lento está llegando a la meta. La liebre sumida en un sueño profundo de pronto abre los ojos; la derrota está tan cerca, pero no pierde las esperanzas y corre presurosa, pero no le alcanza. La tortuga, laboriosa y metódica cruza antes la meta y le gana a una liebre que ve su ego (inmenso) dañado. 

La enseñanza para los niños es hermosa. Si usted no entendió la fábula, le invito a no seguir leyendo.

¿Y qué tiene que ver esto con Christian Vittori y su competidor Joaquín Lavín León?

Pues mucho. Algunos de sus cercanos están tan confiados en que el triunfo de Vittori es inminente y que la única duda es “por cuanto le gana a Lavín”, que más que un bien están haciendo un daño. Están viendo en Lavín una tortuga, sin reconocer que el joven candidato puede convertirse en un fenómeno.

De hecho frases de ese tipo me recuerdan a otra liebre. Una que era doctora y que sus “yes man” o “yes rabbit” en este caso, terminaron por obnubilarla quitándole el juicio y haciendo que perdiera la noción de la realidad. El 2004 esa liebre perdió sin apelación ante el que hoy es alcalde de Maipú, que en realidad nunca fue una tortuga.

Vittori tiene que estar atento a su círculo, pero no ponerle oreja a aquellos que le dicen que todo está ganado. No vayan a ser esas palabras verdaderos sedantes que le conminen a dormir una siesta y cuando despierte, ese 28 de octubre de 2012, a quien hoy día ellos sindican como una tortuga, termine corriendo fuerte como una liebre. 

El candidato de la DC debe entender que las carreras primero hay que correrlas y que el tirarse a dormir no está permitido. Debe seguir tan inefable como siempre, impredecible y corriendo pues no sólo deberá ganarle la carrera a Lavín, que puede ser una tortuga o una liebre dependiendo de la forma en que configure su campaña, sino que también debe estar atento pues hay muchos lobos pululando con un hambre inmensa. Con ganas de comerse una liebre en el Consejo General de la DC. Aunque esto último da para otro cuento o película. Ya se me ocurrirá algo

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