#15AñosLVDM – Nicolás Aravena, Fundador de La Voz de Maipú: «Por lo general siempre soy un tipo incómodo en todos lados»

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Es a través de una videollamada que entrevisto a Nicolás Aravena, fundador hace 15 años de La Voz de Maipú. Nos separan 8.800 kilómetros de distancia, pues hace poco más de un año migró con su familia a Québec, el lado francés de Canadá.

La Voz la fundó el 2004 cuando tenía 21 años y cursaba tercero de periodismo. Hoy tiene 36 y ya no contesta tan rápido como antes. De pronto piensa más las cosas. Yo lo invito a mirar el pasado. Él, acepta la invitación

– ¿En qué pensabas al fundar La Voz de Maipú?

– No lo sé. Mirado en el tiempo fue una locura. Con 21 años fundar un medio de comunicación en una de las comunas más pobladas del país, habla de que no estaba pensando tan bien las cosas. La idea -en todo caso- era simple: hacer un medio local para Maipú, pues en esos años había medios en Maipú, pero tenían problemas de diseño y de contenidos. Entonces vi la oportunidad de hacer algo donde todos podíamos ganar algo. En lo personal me servía para aprender a escribir para un público real, y la comuna ganaba un medio de comunicación que cuestionara al poder, aunque al principio no se llamaba La Voz de Maipú, el nombre era El Pastiche.

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– ¿Por qué se llamó El Pastiche?

– Por esos años un profesor nos hablaba de sociedad contemporánea en la universidad y le escuché mencionar la palabra pastiche. Esa palabra no estaba en mi diccionario, así que llegué a casa y disimuladamente la busqué en la enciclopedia encarta (se me cayó el carnet). Ahí vi que Pastiche era una técnica utilizada en artes y literatura, que trataba de imitar abiertamente diversos textos u obras de arte, con la idea de combinarlos y que dieran la impresión que eran creaciones independientes. Me gustó la palabra, pero también creí que el nombre respondía a la fase que yo estaba atravesando. En esos años aún buscaba un estilo al escribir, y al principio siempre tiendes a imitar a referentes. Luego, con los años, encuentras tu estilo personal.

– ¿A quién buscaba imitar Nicolás Aravena el 2004?

– Más que nombres recuerdo medios. El Pastiche estaba inspirado en el The Clinic de la época. En ese sentido aprovechando mis conocimientos en tecnología y Photoshop, usábamos mucho ese recurso para huevear al poder. Pero el Clinic de la época también tenía buenas plumas, cronistas y gente que uno leía y era algo así como “puta que escriben bien estos gallos. Les voy a copiar”. Además leía mucho el semanario Plan B, fundado por Alejandra Matus y donde escribía Marcelo Padilla Villaroel, uno de los pocos profesores buenos que tuve en la universidad y que en medio de un café me enseñó más que varios en la sala de clases.

– ¿Cuál fue el aporte de El Pastiche a la comuna?

– El 2004 Maipú era diferente a lo que es hoy. En la comuna reinaba la Democracia Cristiana, pues tenían alcalde, concejales, diputados y creo que senador. Era un Maipú mucho más conservador en lo valórico, una comuna católica, con un templo votivo que congregaba a miles de fieles. En ese sentido la irrupción de El Pastiche fue meteórica. Internet no era masiva en Maipú ni en Chile, pero los que tenían nos leían. No había Facebook, así que en los comentarios del sitio la gente discutía fuerte. Ningún político quería salir en El Pastiche, porque era una pateadura digital lo que venía. Pero más allá de eso, creo que El Pastiche fue un medio necesario que hizo el mejor periodismo que puede hacer un tipo de 21 años. Un cabro que va partiendo, que está haciendo armas.

– ¿Y los errores de El Pastiche?

– Se cuentan por miles, jajaja. En realidad, era un diario hecho para satisfacer mi incomodidad con el sistema. Hoy leo cosas que escribía y me da como pudor, pero entiendo que fueron parte de un proceso. Entonces si me preguntas por los errores de El Pastiche, te diría que todos los que puede cometer un estudiante de periodismo de 21 años.

– El Pastiche tuvo también su versión impresa

Sí y fue rápido porque en octubre de 2004 venían las elecciones municipales que terminó ganando Alberto Undurraga (DC) a Roberto Sepúlveda (UDI). Entonces busqué que los candidatos compraran espacios de publicidad y eso permitió sacarlo. El Pastiche se vendía a $350 pesos en los kioscos. Me acuerdo que con Felipe Moraga, que fue parte en la fundación del medio y a la hora de dar ideas para los memes (antes ni se llamaban memes), recorrimos kiosco por kiosco buscando que nos aceptaran el diario. Y nos iba pésimo. Me acuerdo que dejábamos 10 periódicos y el kiosquero nos pagaba después sobre lo que se vendía. Por ejemplo si vendía 10 eran $3.500, pero la comisión era $700. Y nos costó un montón porque perdíamos tiempo en ello y porque muchos nos entregaban los 10 periódicos de vuelta.

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Pastiches impresos

– ¿No se vendía ninguno?

– Absolutamente ninguno. Y luego descubrimos la razón. Los kiosqueros tienen sus kioscos gracias a un permiso municipal. Roberto Sepúlveda era el alcalde y pocos kiosqueros se atrevieron a poner el diario en sus vitrinas. Entonces si el diario era nuevo y no se exhibía mal se podía vender.

– ¿Cómo resolviste eso?

– Me subía a las micros, le ponía a cada pasajero un diario y le decía soy estudiante de periodismo, vivo en Maipú, hago este diario y el que pueda darme un aporte bienvenido sea. Si no tiene dinero quédeselo igual, léalo y si le gusta compártanlo con la familia o amigos.

– Buena salida. ¿Y cómo andaba eso?

– Cada micro tenía su público. La 428 que venía desde el Alto Las Condes era donde mejor nos iba. Nos servía para darnos vuelta al menos.

¿Y como avanzó el diario impreso y la web desde el 2004 al 2007?

– Crecíamos en visitas en la web y el impreso era un lindo proyecto. Sin embargo, por el tono del diario costaba sumarle auspicios. La campaña política se fue, Undurraga ganó y los políticos ya no te compraban calugas. Por ahí INCAL, esa tienda que vendía catres y colchones nos ponía 40.000 al mes. Yo el 2003 había sido papá de Luna, la mayor de mis hijas, así que costeaba pañales. Pero eran tiempos difíciles, y el apoyo de la familia fue fundamental. El diario no daba para sostente a una bebé de un año, entonces recibí harto apoyo. Eso me permitió seguir en el proyecto, aún cuando era complicado

– ¿Por qué no llegaba publicidad?

– Una vez fui a una agencia de publicidad a vender el diario. Me reuní con varios creativos y tras terminar de exponer uno de ellos se me acercó y me dijo que el diario estaba la raja, pero que nadie me iba a poner un peso. Es un diario que hace reír, tiene humor negro, pero las empresas son conservadoras. Manejada por gente que no te va a entender el proyecto. Y tenía razón. Me hizo sentido el consejo. Entendí que debía hacer algo para el público y que fuera vendible a las empresas.

¿Ese algo fue La Voz de Maipú?

Sí, eso fue el 2007. Maté el proyecto inicial y partí de cero con otro nombre. A esa altura escribía mejor y pude concebir un proyecto con otro tono, pero que siguiera manteniendo vivas ciertas esencias que nacieron en El Pastiche. Y resultó porque llegaron empresas y salimos hartos años impresos. Las visitas en la web crecían enormemente.

– ¿Y todo este camino lo hiciste solo?

– No, varios se sumaron en el camino. En un momento pudimos contratar gente y tener oficina. Eran buenos años. Yo me siento orgulloso por ejemplo de, en los tiempos de vacas gordas, haber invertido siempre en equipos que nos permitieran exhibir mucha calidad. Buenas cámaras, grabadoras y equipos que nos permitieran entregar un buen producto.

– Un medio local pero poderoso

Sí. Siempre mi idea fue hacer un medio local bonito. Y en el camino fui metiéndome en distintos temas. Me obsesioné con la fotografía y terminé escribiendo sobre el tema en un blog español que por esos años era el más leído en el mundo hispano. O por las tipografías, cuando entendí que no daba lo mismo una comic sans que una verdana. Que dependiendo del tipo de letra que usas, ayudas o entorpece la lectura y más aún, existen tipos de letras que aumentan la comprensión lectora. Recuerdo que me leía estudios gringos, con mi inglés de colegio municipal, para entender eso y poder dotar al medio de un montón de cosas que el público disfruta, pero no necesariamente sabe que uno las hace.

– Con 21 años fundaste un medio de comunicación local que hoy sigue existiendo. ¿Cómo ha sido todo el proceso?

– Ha sido hermoso, porque sin pensarla mucho terminé fabricándome un trabajo. Y siento que terminé haciendo algo que me apasiona. Y con errores, horrores, aciertos, triunfo y derrotas, de cada cosa aprendí algo. Entre medio llegó a trabajar Marlene Valladares, quien venía egresando recién de la universidad.

– Da la sensación que el proyecto fue bien en solitario. ¿Qué significó la llegada de Marlene Valladares a la voz?

Marlene tiene menos años que yo y proviene de otra generación. Al principio fue medio raro pues trabajaba solo harto tiempo. Pero ella es de Maipú, tenía ganas de reportear y fuimos encontrando un entendimiento y logramos armar un equipo de a dos. Hasta hace poco la Marlene estuvo como directora subrogante, sin embargo esta pasada requiere alguien que disponga de más tiempo para el proyecto. Ella tiene un trabajo y las horas no le daban. Pero sigue acá; no se va de La Voz pues la siente como una casa. Y lo es pues trabajamos en La Voz y en otros lados, y nos complementamos súper bien. Ella es ordenada, trabajólica y yo soy todo lo contrario, soy puro caos. Entonces ella me llama al orden y yo me río. Es una excelente reportera y mejor persona.

– Te fuiste a Canadá y el proyecto ha seguido funcionando

– Sí, el venir al Québec -que no es lo mismo que Canadá- fue retomar un viejo proyecto familiar que en su minuto había fracasado. Pero soy porfiado y decidí venirme al frío de acá a empezar de cero. Entonces acá me tienes, aprendiendo francés, de dueño de casa. Puras cosas que antes eludí. Siento también que, al venir con Liz, mi pareja por 18 años, quien se formó como persona acá, conozco parte de su mundo. Ella es chilena canadiense y en todo este entramado de El Pastiche, La Voz y mis proyectos aparte, ella siempre me apoyó de forma bien incondicional. Porque te hablé hace un rato de Luna, pero el 2006 llegó la Maite, el 2013 la Ema y el 2014 el Facundo. Entonces si pude hacer todo lo que hice en estos años, fue porque hubo una mujer que se partió la espalda criando 4 hijas con un tipo enamorado del diario, pero alejado de su familia. En ese sentido Québec nos ha unido mucho. Hoy estoy en la casa y comprendo perfectamente que la huevá no es jauja ni fácil. Es más simple hacer un periódico que criar 4 hijos.

– Nicolás, no me respondiste la pregunta

– Lo sé, es que me emocioné hablando de la Liz. Pero sí. El proyecto quedó en manos de Nicole Sepúlveda, una gran amiga que se atrevió a tomar el medio sin ser periodista. La Nicole es licenciada en sociología y tuvo la valentía y el arrojo de tomar este fierro caliente que era La Voz de Maipú. Porque me fui en un momento en que el medio estaba bien. Y en un año la Nicole dejó la dirección. Fue impresionante que lograra conducir el buque. Yo estaba recién aterrizando acá. Viendo que hacer, resolviendo los mil problemas que existen al cambiarse de un país a otro. Entonces ese año estuve muy ausente. Y ahí viene lo lindo de La Voz. Porque al lado de Nicole estaba la Marlene y al lado de Marlene estaba Javier Castro, un maipucino de formación audiovisual que derrocha talento y ganas. También está Yoel Painén y Ignacio Martínez Puelles, quienes escriben, no tanto como me gustaría, pero ambos tienen buena pluma.

– ¿Y ahora cual es tu rol en La Voz?

– Ahora estoy más instalado en el Québec. Entonces el otro día un amigo me decía que era como esos magnates que dirigen sus medios a distancia. Claramente me lo decía en broma. Pero mi rol ahora es asesorar en contenidos editoriales y soy el webmaster. Sigo preocupado del diseño y las tipografías y los lunes conduzco Pauta La Voz, un espacio de conversación y denuncia que se transmite a las 22 hrs cada lunes y que tiene muchas reproducciones.

– ¿Qué viene para La Voz?

– Ahora estás tú de director. Así que dime tú lo que viene

­– Sí, pero tu eres el asesor editorial y uno de los dueños (jajaja)

– Ahora estamos en un súper buen momento. Las visitas a la web llegarán a las 200.000 en agosto, que es mucho tráfico. De hecho entre enero a agosto de 2019 sobrepasamos el total de visitas del año 2018. Además hemos estado tremendamente activos, consolidando un área de periodismo de investigación de lujo para la comuna.

– ¿Cómo evalúas el 2019 y cómo lo haces para seguir escribiendo reportajes para La Voz?

– Estuve 14 años de mi vida reporteando para La Voz, así que las fuentes que nos informan son muchas. Por ello puedo seguir escribiendo. Además hay muchas personas que cruzan la vereda y nos informan. En el municipio eso es muy lindo. Tenemos gente que ve que las cosas se hacen mal. Funcionarios municipales que arriesgan el trabajo por darnos datos de cosas que se hacen mal. Eso da esperanza, pues aún hay gente que quiere la comuna y hace lo correcto.

– ¿Cómo proteger las fuentes en 14 años?

– La fuente periodística es un recurso invaluable en el periodismo. Las fuentes son personas que están cerca de puestos de poder, o incluso los ocupan y que te dan datos. Ellos al contarte algo hacen un acto de confianza y arriesgan su trabajo, por lo cual nuestro rol es siempre protegerlos. En 14 años jamás hemos delatado a una fuente. Incluso me tocó ser demandado por el exalcalde Vittori por cosas que escribí sobre el caso basura y me vi en la PDI siendo investigado. Querían a la fuente. Claramente no se las di. Si traicionas a una fuente, nunca más nadie confiará en ti. En La Voz la protección a la fuente es sagrada.

– Vittori te demandó. Cathy Barriga también ¿coleccionas demandas de los alcaldes de Maipú?

– No. Me faltó la demanda de Undurraga para decirte que sí, aunque sé que pasó rabias con varias cosas que publicamos. Más allá de lo gracioso que hoy resulta la situación, creo que esas demandas son medallas que hoy atesoro. De hecho, la demanda de Barriga fue en contra de Marlene Valladares y mía y ambos salimos bien. Creo que esas demandas hablan de el buen trabajo periodístico que acá se realiza. Pronto te tocará que te demanden a ti, así que suerte.

– Espero no me toque. Pero sí así es tenemos que afrontarlo.

– Claro. Recuerdo que llevaba como dos años en El Pastiche, debo haber tenido 23 y me llegó a la casa un aviso de que me iban a demandar. Venía firmado por el abogado de Pinochet, Luis Valentín Ferrada. Era porque escribí en el diario una editorial crítica del ex rector del Templo Votivo, el Padre Raúl Freres. Lo bauticé como “el aristocura” y critiqué su rol en la dictactura en cuanto a la protección de los fieles versus las detenciones arbitrarias del régimen. Hoy lo pienso y fui temerario. Freres es una institución en la iglesia y hasta un día nos agarramos. Se dio el lujo de chuchetearme. Muchos años después conversamos, nos reímos. La vida sigue y no hay que quedarse pegado. Pero con ese cuasi demanda me morí. Igual era chico, pero recuerdo que Marcelo Padilla en la universidad como que se alegró y me dio la bienvenida al mundo del periodismo.

– Siempre pisaste callos

– Sí. Por lo general siempre soy un tipo incómodo en todos lados. Soy ese tipo que busca la manchita negra en el mantel blanco. Además soy medio brusco para decir las cosas, tengo un humor de mierda y poco filtro. Entonces pasa que siempre causo muy mala impresión en la gente. Pero algunos me conocen más y se dan cuenta que soy un dulce, jajaja.

– ¿Cómo te imaginas La Voz del futuro?

– Miro con tranquilidad La Voz porque siempre vamos a la vanguardia. Hoy todos andan con el streaming, y eso nosotros hace año y medio que le dimos duro. Hoy La Voz entra en una nueva fase, tu eres el director y tienes tu visión y a veces hasta peleamos, pero siempre desde el cariño. Lo lindo de este proyecto es que Nicole y Marlene han pasado por la dirección y luego siguen acá, porque sienten que esto vale la pena. Es muy lindo eso y creo que en este mundo del periodismo eso se da poco. Los egos son brutales y que este equipo resista los cambios, habla bien de todos nosotros.  Además está la campaña de los conspiradores, que es una invitación y un desafío para nuestros lectores y lectoras.

– Es lindo que te financie la gente

– Claro. Es lindo, pero debes desafiarlo. El otro día escuchaba a Mónica González decir que la gente da por hecho que existirán los medios de comunicación. Y la verdad es que no. La industria entera está en crisis y si los grandes están en problemas, los medios locales están peor aún. Por ello nosotros buscamos conspiradores y conspiradoras que se hagan cargo de las demandas. Porque tu hablas con los lectores más informados y son sumamente críticos del rol de la prensa nacional y esa crítica la aterrizan a la prensa comunal. Y yo les digo, ok, tienes razón. Claramente lo mejor es que los medios locales no dependan del alcalde o alcaldesa de turno. Comparto que lo ideal es que trabajemos para los lectores, pero resulta que los medios deben pagar sueldo, dar para vivir a quienes dedican horas al proyecto. Entonces ahí les devuelvo la pelota y les digo ¿nos puedes poner 3.000 al mes?. Y en eso nos ha ido bien y nos permite ir creciendo de forma más sana. Así que esperamos que la gente se siga sumando a La Voz de Maipú. Yo la miro desde lejos, la veo grande, fuerte y con harto que decir.

– Es grande el desafío para todo el equipo

– Es enorme porque no es lo mismo estar en un medio con 500 visitas al mes, que en uno con 200.000. En ese sentido recuerdo que nosotros comenzamos hace un tiempo a hablar, cuando tu estabas en Punta Arenas de como debía funcionar La Voz. Y ahora tu llegas y estás en la dirección. Y está el equipo que como dijiste en el aniversario del diario, se quedó haciendo patria. Y ese equipo es joven y tiene ganas. Nosotros ya pasamos los 35 y ellos aún no llegan a los 30. Entonces hay una diferencia generacional interesante. Convivimos con millenials y de pronto vemos las cosas super diferentes. Y es un desafío bonito ese acople. Tal vez es lo que me pasó al inicio con Marlene, pero ahora el equipo es más grande. Pero confío en que entraremos en esta nueva etapa con las mejores energías. Al menos los veo a todos esperanzados.

– Sí ¿Qué te pareció el aniversario de La Voz?

– Bonito. Un hito necesario. Me hubiera encantado estar presente físicamente, pero compartí nervios y emoción con ustedes allá. Además que fuera en el Cahve fue simbólico. El café le abrió las puertas a La Voz y tuvimos hasta oficina ahí. Pablo y Eric han sido sumamente generosos. Lo mismo el Coffee Culture, desde donde hicimos hartas cosas en La Voz. En general se nos han abierto hartas puertas y lo mejor en La Voz está siempre por venir. Lo lindo es que hay un equipo donde todos son importantes y que está y estará a la altura de lo que la comuna merece.

– Una última pregunta. Si pudieras volver para atrás ¿qué harías diferente?

– Tengo 36 años y encuentro medio injusto juzgar al Nicolás de 21. Claro que haría cosas diferentes. De pronto tendría menos enemigos. En algún momento fui muy peleador y hoy te das cuenta que es innecesario. Con dos o tres enemigos estoy bien, jajaja. Sin embargo todo lo hecho ha servido para llegar a este estado en La Voz. Hoy son ustedes los que siguen y yo estoy ahí apoyando. Vamos bien encaminados. Maipú se merece un medio como el que nosotros hacemos.

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