Eran cerca de las 18 hrs y junto a miles de vecinas y vecinos volvía a la comuna después de mi jornada laboral. Llegué hasta la estación Plaza Maipú y comencé a subir las escaleras para salir. De pronto una turba de estudiantes bajaba corriendo y gritando consignas.
Como en los últimos días, los estudiantes se manifestaban contra el alza del pasaje en el metro. Sin importarles las amenazas de quitarles la tarjeta nacional estudiantil (pase escolar), los “pingüinos” solidarizan con sus padres, sus abuelos y sus hermanos.
Esta vez la manifestación era en el corazón de Maipú, y eran más de un centenar los que evadían y gritaban consignas. Algunos se sentaron en los torniquetes. Dentro de la estación había seis carabineros. Un número menor, considerando la cantidad de jóvenes que protestaban.
De pronto los carabineros detuvieron a un estudiante. Entre cinco carabineros, con fuerza desmedida lo redujeron y los gritos se escucharon más fuerte que nunca. Había enojo y aún así la situación no pasaba a mayores. Transcurridos 20 minutos llegaron aproximadamente seis carabineros más, y los accesos al Metro Plaza de Maipú quedaron completamente cerradas.
Cuando el reloj se acercaba a las 19:45 hrs llegó un contingente de fuerzas especiales. Ingresaron a la estación siguiendo una formación y comenzaron a hacer transitar a las personas a costa de lumazos. La idea era desocupar la estación y afuera se entremezclaban los manifestantes con los vecinos que a esa hora volvían a sus hogares.
Habían cantos contra Carabineros, quienes custodiaban la estación, impidiendo el ingreso. De pronto las bombas lacrimógenas fueron lanzadas por fuerzas especiales, y se armó una batahola. Los estudiantes y las vecinas y vecinos arrancaban, en medio de un aire que se tornaba irrespirable. Algunos, los menos, enfrentaban a carabineros con piedras o lo que encontraran.
La Plaza de Maipú se había convertido en un caos. Mis ojos me ardían, pues en el reporteo, me tocó recibir muy cerca una bomba lacrimógena, cortesía de Carabineros de Chile. Así que decidí volver a casa. El tránsito cortado, el ambiente lleno de tensión. Atrás, un grupo de estudiantes seguían luchando por sus padres, abuelos y hermanos. También luchaban por mi.
Fotos (Por Marlene Valladares)
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