Opinión: Cacerolazos como la antesala de un estallido social 2.0

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El tiempo pasa y el país -al igual que muchos otros- entra en una crisis sanitaria, pero que también es política, y social. Y las medidas del Gobierno siempre parecen llegar tarde, y los expertos nos hablan de responsabilidad financiera. Y los economistas nos dicen que retirar ese 10% será fatal.

Al baile se suman los diarios nacionales, que en sus editoriales, llaman al parlamento a la responsabilidad. Y el Presidente Piñera se encarga, de forma personal, de llamar a sus parlamentarios, para cuadrar los votos que impidan que la gente ocupe sus fondos para la vejez.

¿Al final qué tienen en común esos expertos, los parlamentarios, Presidente de la República y los directores de medios de comunicación de índole nacional?. Tienen en común que, al final del día, duermen en una cama caliente, y hacen sus 4 comidas diarias sin ningún problema.

Al fondo de todo está la gente común. Esos que ya venían desencantados de la política. Los mismos que comprendieron que la desconexión entre gobierno y ciudadanía es tal, que hoy lo único que parece sensato, es echar mano al ahorro previsional. Porque las medidas anunciadas les pasan por el lado. Y hay hambre y cuentas por pagar.

La gente, en el fondo, quiere lo que por años le dijeron que le pertenecía y que hoy, y no mañana, necesitan.

¿Por qué en otros países no se tuvo que acudir al dinero de las pensiones para pasar la pandemia? Respuestas hay muchas, así como países. Sin embargo, muchos optaron por subsidiar sueldos de trabajadores, para que las empresas no los despidieran. O Canadá, que entrega 2.000 dólares canadienses (1.2 millones chilenos al mes) a todo aquél mayor de 15 años, que haya ganado 5.000 dólares (3.000.000) en los últimos 12 meses y que esté sin trabajo (o ganando menos de 600.000 chilenos al mes). Dinero que no será devuelto por los contribuyentes.

Pero en Chile las cosas fueron distintas. El gobierno, colocado en la disyuntiva sobre defender a la gente o el modelo económico, decidió apostar por el modelo. Y lo hizo contándose el cuento que siempre se han contado. Ese que dice que si la economía crece, todos recibimos dinero.

La teoría (o mito) del chorreo ya no se lo cree nadie, y esta noche en Maipú, como en otras comunas, la gente salió a golpear con fuerzas las cacerolas. A escasas horas que en el parlamento se discuta el avance de la ley que permite sacar el 10% de los fondos de AFP y a la luz de los cacerolas que suenan y están sonando, no es desquiciado aventurar que, de lograr Piñera el triunfo que espera, es decir, que el proyecto no pase a la siguiente etapa, su celebración será corta, pues la gente podría volcarse a las calles de nuevo.

Y ahí la crisis sanitaria, política y económica, nos estallará con fuerza en la cara.

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