En un giro inesperado que ha conmocionado al país, un «pacto» entre dos monjas culminó con el macabro descubrimiento de restos humanos dentro de una maleta, dejando al descubierto un caso que desafía la comprensión. La Fiscalía, tras tomar las riendas de la investigación, se topó con un escenario donde la fe y la muerte se entrelazan de manera perturbadora.
El inicio de esta inquietante historia se remonta al hallazgo de una maleta en la calle Los Talaveras, la cual contenía un cráneo y otras partes humanas, envueltas en una bolsa. Este macabro descubrimiento activó la intervención del grupo especializado Ecoh de la Fiscalía, encargado de abordar delitos relacionados con el crimen organizado. Sin embargo, la complejidad del caso llevó a que posteriormente fuera asignado a la Fiscalía Oriente para su profundización.
Las redes sociales estallaron con teorías respecto a posibles vínculos con bandas internacionales en medio de la crisis de seguridad que atraviesa el país, sin embargo, el caso involucra a monjas.
La trama tomó un giro aún más sorprendente este miércoles, cuando se reveló la participación de dos monjas, vinculadas por lazos de sangre como madre e hija, pertenecientes a la corriente de las laicas consagradas. Estas religiosas prestaron declaración en el marco de la investigación, tras lo cual se descubrió que una de ellas, de 80 años, habría abandonado la mencionada maleta con los restos humanos fuera de su domicilio en la calle Los Jardines. Un reciclador, al encontrarse con la maleta y descubrir su macabro contenido, la trasladó hasta Los Talaveras.
El subprefecto Juan Fonseca, junto con el fiscal Francisco Lanas, arrojaron luz sobre los detalles del caso, revelando la existencia de un «pacto» entre las dos monjas, el cual tuvo un desenlace fatal. «Esta persona hace un pacto con esta persona que fallece hace un año atrás y la mantiene en el lugar por el cariño que le tenía. Ellas mantenían una amistad. Ella manifiesta que le tenía mucho cariño y que habían hecho un compromiso entre las dos de que ninguna se iba a denunciar si fallecían», detalló el jefe policial.
La monja fallecida, quien murió a los 58 años debido a un cáncer en abril de 2023, había sido conservada en secreto dentro de una bodega, en una residencia ubicada en la calle Suárez Mujica. Este «pacto» de silencio y ocultamiento entre las religiosas se mantuvo hasta que, motivada por la llegada de una hija de la monja desde el extranjero, la mujer de 80 años decidió trasladar los restos al «domicilio de origen», dejándolos en la calle en un intento de proporcionarle una sepultura digna.
El fiscal Lanas explicó que ambas monjas aspiraban a un estilo de vida recluido, similar al de las monjas de claustro, buscando aislarse del mundo exterior. Este deseo de aislamiento, combinado con la enfermedad no tratada de la monja fallecida, forjó el inusual «pacto» entre ellas.
A pesar de la ausencia de signos de violencia en los restos, la investigación continúa en curso, descartando la implicación de una organización criminal pero enfrentándose a un caso de infracción sanitaria por el ocultamiento del cuerpo. La monja de 80 años fue interrogada en calidad de imputada, mientras que su hija participó como testigo, dejando abierta la posibilidad de futuras acciones legales. Este caso, por su singularidad y las circunstancias que lo rodean, permanece bajo escrutinio mientras se busca esclarecer completamente los hechos.