La sala en completo silencio, los parlantes y reflectores en su lugar. Mauricio Redolés, interpretado por Alexis Salazar, se pregunta -sentado en una silla y con los ojos vendados-, “¿qué será de mi torturador?”.
El espacio en el Teatro Azares está un poco frío, pero seguro no tan frío como el lugar donde el artista pasó sus días como preso político en Valparaíso, sometido a torturas físicas y otros tantos tormentos.
Me pegaba en forma profesional,
quería algo confesional.
Me pegaba en forma diligente,
‘¡Confiesa que eres dirigente!’.
Cuando Alexis aceptó por primera vez el papel, no estaba completamente seguro de sus capacidades. Y mientras ese pensamiento inunda con frecuencia su mente hasta el día de hoy, concreta con éxito su mejor esfuerzo bajo el foco una y otra vez.
“Siento que me logro conectar de alguna manera con la obra. El proceso de imaginarse en la vulnerabilidad más absoluta en lo físico y en lo intelectual es profundamente complejo, pero necesario para seguir desarrollando al personaje”, expresa el maipucino.
Dando pasos de un lado para el otro, con vestimentas militares, rondando el puesto del afligido, está él: el torturador, encarnado por Gabriel Guérrero. En un rol tan imponente como irrisorio, el actor tras la representación del uniformado logra expresar esas sensaciones tan contrastadas que terminan con una sonrisa en el espectador, rompiendo un poco el hielo, para empezar.
Porque sí, así comienza la obra estrella de la Compañía Los Tangolpiando, “Verde susurro para Redolés”, un verdadero viaje donde la música y poesía del artista cobran vida en el escenario, repasando al Chile de los últimos 50 años. Un escenario que ha tenido forma de calle, de plaza, de cancha, de salones varios y después de tanto tiempo y tanta gente, de teatro como tal en el corazón del Barrio Brasil durante este mayo de 2024.
El origen
La cosa parte en la década de los 90’s, con Rodrigo Camps, el actual director y autor de la aclamada obra, quien por aquellos años estudiaba teatro y al mismo tiempo consolidaba sus habilidades de liderazgo haciendo clases en el Liceo Santiago Bueras, en Maipú. Ahí conoció a Alexis y más tarde a Gabriel, dos de sus más grandes amigos.
“Rápidamente me di cuenta que me gustaba mucho más dirigir, y toda la parte más creativa, más que el actuar. Luego tuve la oportunidad de trabajar un tiempo en la Corporación de Educación y logramos hacer varias cosas, y aunque ahora siento que todo ese desarrollo del teatro escolar a nivel comunal está prácticamente muerto -y es complicado de recuperar por varios factores sociales o incluso tecnológicos- es una época que recuerdo con mucho cariño”, comenta Rodrigo.
Tras algunos años de altos y bajos, varios proyectos, personas y nombres, los lazos profesionales y de amistad que se habían forjado con algunos se volvieron a cruzar en 2015 para ser parte de la compañía Neyen, impulsada por la actriz Kathi Valenzuela. Para entonces, ya estaban las actrices Daniela Gamboa y Andrea Portales. Y entonces, “Verde Susurro para Redolés” vio la luz en su versión más parecida a la actual.
“Mi primer acercamiento a la música de Mauricio fue cuando tenía como 13 años, por ahí en los 80’s, cuando un vecino que tenía me prestó un cassette, que era el ‘Barrio Bello’. Tú entiendes que cuando te pasan un cassette vas a escuchar música, y de repente escucho a este tipo diciendo sus poemas, y no entendía nada. Hasta que escuché ‘Verde susurro pa’ Georgina’, y yo, que como varios, estaba enamorado de la hija del gasfiter del sector, fue una letra que me hizo todo el sentido a esa edad”, parte contando Rodrigo sobre el proceso creativo de la obra.
Años después, cuando se fue a vivir con un amigo y un hermano a una casa en la época en la que estudiaba teatro, volvió a escuchar a Redolés en pleno carrete. “Ahí dije que un día iba a hacer una obra con los poemas”. Dicho y hecho: la primera edición del guion se escribió en el 2000 y su primer estreno fue en 2005.
Para su reestreno en 2016, la producción incluía lo que ha terminado siendo una de las escenas más icónicas, la cual se basa en “Los Tangolpiando”.
“Y esa viejecita aterida de frío,
debajo de un puente,
pelaba pollitos con agua caliente,
y ella los pelaba con gran estoicismo,
y suspirando se lamentaba,
¡Cuándo llegará el Socialismo!”.
“Para mí es como una familia tomando once”, habrá dicho Félix Navarro, quien fuera miembro de la agrupación por ese entonces. A él le adjudican la creación de la famosa escena: una abuela tomando once con su familia mientras, en medio de un cómico diálogo, llega una y otra vez a la pregunta ‘¿cuándo volverá el socialismo?’. Luego se fuma un pito, y unos cuantos estupefacientes más, sentenciando, decepcionada, ‘y qué tanta hueá, total, yastá la cagá’, hasta que, finalmente y en conjunto con los demás integrantes de la mesa, construyen el acrónimo del próximo partido político afín: el Partido de Izquierda Campesino y Obrero (P.I.C.O.).
La protagonista de este montaje queda en manos de Daniela, otra de las fieles integrantes del equipo ya mencionada anteriormente, quien sin duda realiza una entrega única, llena de energía que conecta con la audiencia tanto con este como con los demás personajes que interpreta.
«Este es uno de los roles que más me ha costado, por la caracterización, por las formas de moverse, de sentir, trasladarme a lo que podría haber sentido o pensado una persona adulta lo que fue el golpe militar. Esa rabia y esa frustración fruto del engaño de tantos años. Es el personaje al que más le tengo cariño, evidentemente», expresa la actriz.
En varias escenas, Daniela comparte foco con Andrea, quien siempre llena de proyectos propios y actividades se da el tiempo cada que puede para sumarse a lo de Redolés. “Cuando acompañé por primera vez la obra en 2016 lo hice en también como asistente de dirección y fue todo un desafío”, es parte de lo que señala Andrea. “Creo que dentro de lo más importante está el mensaje, el contenido de lo que estamos mostrando, porque de eso se trata y es gratificante ver cómo los distintos públicos lo entienden”, añade.
“He reído francamente, con mucha alegría. No solamente con lo que yo había escrito y como está representado, sino que además cómo ellos han agregado frases, gestos, que hacen que no solamente sea la repetición de una creación, sino que es una creación en sí”, expresaba ni más ni menos que el propio Redolés, cual reseña de contratapa de libro, tras presenciar una de las presentaciones de esa temporada.
El hoy
Así, cada uno con sus historias de vida, con sus reencuentros, cada uno más amigo del otro, decidieron enfrentar una importante propuesta que les tocó la puerta este 2024: un mes de “Verde susurro para Redolés” en el Teatro Azares, en Plaza Brasil. Cada uno, con la obra más que repasada en sus venas después de tanto, aceptó.
Con un nuevo nombre para la compañía, «Los Tangolpiando«, y dos nuevos integrantes entre sus filas: Estefanía Gamboa, prima de Daniela y Rodrigo León, con la esencial tarea de sonidista, abrieron la temporada calendarizada para aquellos cinco viernes del mes.
Estefanía llegó con toda su personalidad y la tarea adicional de aprender la obra desde cero en un mes, ya que como se podrá inferir, era la única de sus compañeros que no había tenido un acercamiento anterior al guion, y tampoco a lo que era el teatro en general. Todos coinciden en señalar que lo ha hecho increíble para ser una aficionada.
“Los más cerca que había estado del teatro fue en el colegio, y más encima algo con títeres. Tampoco sabía quién era Redoles, pero me lo propuse como un desafío personal, quería hacer algo diferente. Enganché rápidamente con el grupo, creo que les caí bien, y ya para el tercer ensayo éramos todos amigos”, comparte Estefi.
Y ahí partían de nuevo, con Alexis vendado, sentado en una silla; Gabriel, vestido de milico, después de abuelo; Daniela y Andrea, de mujeres pobladoras, luego una de abuela, otra de pariente religiosa; Estefi, de la nieta coqueta, y mucho más, junto a Rodrigo Camps, dirigiendo los temas con su guitarra a un costado del escenario y el otro Rodrigo, moviendo los botones tras bambalinas.
Luego de esta nueva experiencia que vivió el grupo con este evento, sin duda esperan que se vuelva a repetir, ojalá con nuevas producciones. Destacan la importancia del compromiso con este arte, la responsabilidad que se requiere para tomar un papel y ensayarlo y la necesidad de una profunda entrega de cada personaje.
La reflexión que deja esta obra no solo se queda en lo relevante de la memoria para la historia de nuestro país a 50 años del golpe, sino también en la importancia del desarrollo y sustento de lo cultural a nivel local, regional y nacional.
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