El aire en Matucana 100 huele a tierra mojada, la lluvia leve en Quinta Normal nos transporta al sur. En la penumbra de la sala Patricio Bunster, tres figuras oscuras —los Cuervos de Pantano— aguardan para contar historias que, aunque nacidas en el Maule, podrían ser de cualquier rincón de Chile donde la injusticia y la esperanza se encuentran. La obra, que regresó a Santiago, no es solo teatro: es un ritual de música, máscaras y memoria.
El vuelo de los cuervos
La función comienza en completa oscuridad, con graznidos de aves, el sonido del viento y el tambor que te transportan a una noche en el campo chileno. Los actores —Mauricio Fuentes Lara, Sebastián Pozo Artigue y el director Andrés Saavedra Castro— se transforman en aves de presa que narran tres relatos entrelazados: El Melado, El cuento del Lorito y El pacto. No hay escenografía pretenciosa: Un bote en medio del escenario, el vestuario: ponchos y máscaras de cuervo y el cuerpo de los intérpretes bastan para llevar al público desde un bosque hasta una cantina polvorienta.
La música emerge como un personaje vital en el escenario. Las guitarras rasgan melodías, mientras el cajón marca los latidos y las claves dibujan en el aire los pasos de los personajes. En un giro contemporáneo, el hip hop irrumpe como un puente entre siglos, demostrando que estos relatos ancestrales siguen presentes en el sentir de cada uno de nosotros. “No es casualidad esta fusión», explica Fuentes, después de terminada la obra y de ser saludado por el público que lo felicita por su interpretación, «es teatro popular que habla un lenguaje universal, capaz de cruzar fronteras».
El elenco lleva esta filosofía en sus raíces. «Nos adaptamos a cualquier espacio», confiesa el actor. La compañía se ha presentado tanto en teatros como en la calle, pero Maipú sería para él un lugar especial. «A mi me gustaría mucho presentar en Maipú, porque Maipú tiene un sector rural y es rural desde sus orígenes y estas historias demás que están, ustedes mismos tienen que saber alguna historia de alguien que hizo un pacto con el diablo por allá por Rinconada”.
Lo verdaderamente mágico ocurre cuando estas historias golpean el pecho del público. El relato del Melado no es ficción: vive en el túnel que aún guarda ecos de trabajadores desesperados. «El joven de la viña, va en busca de trabajo para ayudar a su familia, el trabajo es movilizador de historias, de las personas pero, la gente se conecta con lo que viven los personajes. reflexiona Fuentes. «En Chiloé se identificaban con la historia de la madre o con el pacto con el diablo».
¡Últimas funciones este 24 y 25 de mayo!
Funciones este sábado 24 y domingo 25 de mayo, a las 19:30 horas
Ubicación: Espacio Patricio Bunster, Matucana 100, Estación Central.
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