Entrevistas

Manuel García: «A mí no me gusta, por cuidar mi carrera artística, no involucrarme»

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Lo primero que sorprende al entrar a la casa de Manuel García, son los instrumentos desperdigados por el living. El cantautor nacional que durante los últimos años logró consagrar una carrera musical que lo tiene como cabeza de una generación de músicos chilenos, comprometidos socialmente y herederos de la tradición de Victor Jara, o Violeta Para, nos recibe con afecto en su hogar. Afuera, juegan sus hijos. García se expresó con confianza y reflexionó en torno a la vida y su propia experiencia.

– ¿Cómo recuerdas tu vida en el cerro la Cruz de Arica, cómo son tus recuerdos?

– Son los recuerdos de un niño jugando a pies pelados, en una población muy humilde, muy sencilla. Donde éramos también tremendamente felices porque teníamos la posibilidad de estar cerca del mar. Era desierto y cielo el paisaje, después con el tiempo descubrimos los valles y todas esas cosas  que estaban vinculadas al norte, el mundo andino. Un mundo muy rico culturalmente. Pero en especial el mismo terreno del cerro la Cruz, era un terreno que en la adolescencia descubrimos histórico; primero, por toda la historia que en aquel tiempo era la más cercana y épica, de la Guerra del Pacífico. Vivíamos a los pies del Morro. Eso es el cerro la Cruz de Arica, donde nos encontrábamos con –que se yo- restos de la Guerra del Pacífico; un botón del cuarto de línea me encontré yo por ejemplo. De ese mítico escuadrón chileno. Nos encontrábamos, no sé, restos de una chaqueta antigua de un soldado, armas, cosas así que estaban desperdigadas por ahí; balas, de la época de cuando había sido la retreta esta.

– Eran arqueólogos improvisados…

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– Tuvimos el privilegio de ser, sin quererlo, una especie de arqueólogos improvisados, porque, estábamos en un territorio que había sido parte de lo que había eran los cementerios de las momias más antiguas del mundo de las culturas chinchorro y entonces recuerdo que unos compañeros, por ejemplo, encontraron una momia entera, completa. Fueron los primeros que en los faldeos del Morro encontraron una momia, de hecho vino la universidad, vino la televisión. Nosotros no lo podíamos creer, ese día yo justo no fui a la playa con ellos, pero los muchachos, peluseando, en un borde de cerro, vieron unos huesos, los empezaron a desenterrar y era una momia, con su vasijas, con sus trenzas, con su quena me acuerdo incluso, sentada así como en posición fetal. La trajeron entera con el textil que la rodeaba. Entera y la pusieron en la mitad de la población, ahí, pam.

– Una infancia bien mágica, aún en tiempos oscuros de dictadura

– Si tuviera que resumirlo, para no hablar mucho de eso, te pudiera decir que era una especie de esas alegorías latinoamericanas que hace García Márquez, donde lo fantástico y la realidad, supera la fantasía, pero de una manera muy mágica. Al mismo tiempo, por ser época de dictadura, muy difíciles en el ámbito económico, muy difíciles en el ámbito educacional, muy difíciles en el ámbito a nivel del tema también, violencia intrafamiliar que uno veía que se vivía en los alrededores las casas, de las vidas, de vecinos, familiares y también incluso en la de uno.

-Y después estudiaste historia…

– Después de esa niñez y adolescencia en el cerro, comencé a estudiar historia en la universidad de Tarapacá. Venía yo ya del liceo tocando la guitarra y con varias inquietudes de escribir y también de convertirme en una especie de intelectual. Precisamente el mismo desierto había condicionado mucho que los libros fueran buenos amigos de uno, no había tanta televisión, mi madre nos incentivó la lectura porque a ella le gustaba leer, decir poemas que se sabía de memoria o contar aventuras que estaban en los libros. Nos ayudó a leer los primeros libros también, de textos de colegio, de manera que se hacían muy interesantes y entretenidos. Ella misma es una persona de mucha fábula, entonces, ya entrando al liceo -14,15 años- yo tenía inquietudes intelectuales, como eso de escribir, leer, investigar, conocer. Y en un minuto, entre las oportunidades que uno tiene dentro esta adolescencia atropelladora con la que uno termina el colegio y no sabe qué va a hacer, bueno, yo quería estudiar lo que fuera; o castellano, o historia, o sicología o música y lo que me quedó a la mano fue historian y geografía en la universidad de Tarapacá. Pero todo pa mí estaba dentro de una formación en la cual yo quería que el mundo interior se me ampliara, básicamente eso.

 – ¿Y esto fue algo que abandonaste una vez que te viniste a Santiago?

– Sí, yo terminé todos mis ramos, me quedé con la tesis en suspenso porque me apareció una beca, una oportunidad de estudiar en la Universidad Católica, guitarra. Como yo venía estudiando también la guitarra desde muy niño, en la Escuela Artística, después mientras estudié historia, en las áreas de extensión, o con capacitaciones con gente que venía de Santiago y había dedicado, casi todos los días de mi vida, a parte de la historia a la guitarra, entonces, esa oportunidad no la podía saltar, porque yo tenía que nivelarme, digamos. Yo era un estudiante de 24 años de historia y era aceptado en una carrera donde por lo general se parte estudiando a los 14 y a los 24 se está terminando. O antes, 10 años de guitarra para ser un intérprete superior en guitarra. Entonces comencé esa loca carrera de tratar de profesionalizarme con la guitarra a través de una carrera y eso duró unos dos o tres años como mucho, dos años y medio, creo,

– ¿Comenzaste a armar grupos musicales?

– Ya estando en Santiago y haciendo miles de proyectos musicales me di cuenta que solo estudiar la guitarra no tenía mucho que ver con otro mundo que es más callejero y gitano que es el de hacer canciones. Entonces entre estos estudios serios de guitarra, las cosas que yo conocía del mundo a través de la historia, las experiencias propias, decidí en una día x que lo mío iba a ser hacer canciones.

– Entonces decidiste abandonar el estudio formal de la guitarra.

– Así es, me dije este va a ser mi oficio. Y lo pensé así: “parece que voy  a tener un oficio, no voy a tener una profesión, no voy a ser definitivamente el profesor de historia, y no voy a ser un intérprete superior en guitarra, pero voy a hacer canciones y las voy a hacer bien. Bueno, ya las venía haciendo de antes, pero ya dedicarse de lleno, no

-¿Y algunas vez, entre que sales del colegio y tomaste esta decisión trabajas en alguna cosa?

– No, estuve anotándolo. Como a veces no había recursos tampoco para pagar una arancel en la universidad, trabajé de varias cosas; de pioneta de camiones, viajando una vez con un tío, me fui haciendo mochila ayudando a hacer eso, después trabajé también haciendo encuestas, trabajé ayudando a organizar unos archivos de una casa comercial. Siempre me buscaba algún trabajo, en el fondo. Y yo no me acuerdo de todo, pero la otra vez los anoté eran como 10 o no sé cuántas cosas que había hecho aparte de tocar la guitarra así como por temporadas en las que necesitaba un poco de plata y este tipo de cosas. Pero ningún trabajo serio así como con el rigor del tiempo en el trabajo. Eran oportunidades de cosas que me aparecían, pero las hice.

-Y cuando llegas  Santiago, cómo es ese choque se produce muchas veces en la persona que viene de la provincia….

– Es complejo porque en el caso mío es un fenómeno  naturalmente de choque cultural importante en el que yo me he hecho más permeable a la cultura de Santiago y al mismo tiempo la cultura santiaguina ha ido necesitando-al pasar del tiempo como yo lo veo- cierta capacidad de reflexión y tiempo/espacio, diferente a sí mismo, diferente a lo que es la velocidad de la gran ciudad y entonces se ha hecho permeable también a una forma de reflexión que tiene que ver más con el tiempo de la provincia.

– Hay mucho de Martín Rivas en tu llegada a Santiago

– Es decir una canción que yo cantaba hace diez años atrás, o hace 15 años atrás, que ahora es una canción que a mucha gente le interesa y canta, era una canción que pasaba inadvertida absolutamente. No había tiempo en la gran ciudad para cierto punto de vista de las cosas, recuerdo que la idea de tender a apurar las cosas, de que la gente tenía que resumir rápido las ideas, estaba muy presente en las conversaciones de amigos, en los medios sobre todo, de comunicación, donde encontraba yo que los personajes hablaban demasiado rápido y las ideas saltaban de unas a otras. A veces también con un grado y un punto de vista histórico donde la ironía era muy bien premiada, después de la Dictadura, avanzado un poco el gobierno de la concertación. El mirar las cosas de forma irónica, era como un punto de vista que se celebraba mucho.

– Y tu desde la provincia venías diferente al prototipo de Santiaguino.

Uno traía una impronta más solemne, con una seriedad de rituales que parecían muy extraños o como si fueran de antaño, de tiempos pasados, como es natural de la provincia, y una manera de subrayar y decir y de hablar de ciertos detalles que parece que a nadie le interesaban y no tenían importancia, tanto en las conversaciones, en las que de pronto alguien te decía “chicotea los caracoles”, hasta la música que tú estabas escribiendo y estabas haciendo,  que como te digo parecía pasar inadvertida en mucho casos . Entonces, ese proceso yo creo que de santiaguinización mía, todavía existe, pero ya cada vez menos. Yo sí me he hecho muy de la ciudad de Santiago, pero la parte más dura yo creo que duró unos diez años, de adaptación al fenómeno de la gran ciudad.

– ¿Te demoras mucho en recorrer una cuadra?

A veces, hay días. Hay días en que uno es más invisible y hay días en que es muy complejo y que alguien te habla, y que se yo, después te habla una cuarta o una quinta persona y te puedes incluso olvidar hacia donde ibas. Como a veces me olvido qué iba a hacer, porque estoy en una situación de tensión en ese sentido y varias veces  he arrancado como en un sueño, he tomado un taxi como para arrancar de una esquina y después el taxista me habla de lo mismo. Lo que me pasa es que todos los días me olvido de eso, lo que te decía, he tenido una vida tan normal también, lo que significa ser un ciudadano más, de una realidad social chilena que no puedo incorporar -por una cuestión de historia propia también, no solo de altruismo- no lo puedo incorporar el sentido como del estrellato.

-No asumes la postura rockstar

– No porque mi forma de ser artista está puesta sobre la tarea, la batalla día a día de la estética, de resolver una cosa estética bonita, hacer una canción linda de escribir algo, de estar atento como a los estímulos que tienen que ver con la naturaleza o la vida, que te dicten algo para poder escribir, entonces eso se me hace como una cosa bien borrosa, se me olvida, salgo a la calle, la calle me lo recuerda, la mayor parte del tiempo, y ahí empieza el juego, ¿no? Trato de salirme de eso y tiene una dicotomía; es muy agradable que la gente te reconozca, te de la mano, te permita también agradecerle, porque hay gente que te dice, te agradezco las canciones, y no puede decir de vuelta: te agradezco que la escuches. Y ahí tienes a alguien que las escucha y se produce un placer en eso también que es muy lindo. Y también el hecho de pensar y sentir que tu música es escuchada y todas esas cosas son bonitas. Son agradables, digamos, pero también ir en tus propios pensamientos y que alguien te haga una foto sin ni siquiera preguntar, como si tú fueras un mono de zoológico, que me ha pasado, incluso con la familia, caminando así con chancletas a comprar el pan, alguien baja un vidrio y te hace una foto, y estás en tú intimidad, es el momento de intimidad que tienes que te va quedando aparte de estar exponiéndote constantemente. A través de las canciones cuentas tus historias, a través de la imágenes o las actuaciones, te muestras. Tu nombre pasa a ser parte de una especie de marca registrada como una empresa, que es la música, entonces es súper invasivo y es desagradable.

-Y la familia cómo lo toma

 Yo creo que hay costumbre, yo creo que no se pierden en eso los que me conocen de cerca. Saben como yo soy en realidad, y soy bastante bruto, común y corriente, normal. Tengo como toda la gente días buenos, días malos. Que estoy más dulce o estoy con mal carácter.

-La imagen que tenemos, de repente es por el tono de voz, es de un tipo que es súper dulce. ¿Pero en los ensayos eres cascarrabias con los músicos?

– A veces, y suelo ser bastante severo en términos como de la estética del arte y también, de pronto, con cosas que tienen que ver con la disciplina de formar a los niños y ese tipo de cosas, de pronto, yo creo que incluso de me puede ir la mano un poquito. Tiende a decirme la gente que las cosas que digo son ciertas también, pero que la forma es un poquito difícil de asimilar. Y eso es porque me desespero a veces también, por los puntos de vista, como yo veo las cosas. Pero en general sí, tiendo a ser una persona de paz.

-Y  en términos políticos, porque tú eres un cantante que se ha identificado mucho con un sector. Yo te he visto en la fiesta de los abrazos, el otro día estabas en Maipú con Lorena Pizarro. En términos políticos que te parece el apoyo que prestó el partido comunista por Bachelet? ¿Tú vas a votar por Bachelet?

– Yo tengo, primero que nada, un compromiso ciudadano, que es –en este juego que estamos viviendo este último tiempo- no quedarse de manera neutral finalmente beneficiando un voto que te gusta menos que el otro. Es decir, yo siempre puedo ayudar como artista a ese punto de vista, o si me convoca. A mí no me gusta, por cuidar mi carrera artística, no involucrarme. Yo tal vez saldría mucho más beneficiado y quedaría mucho mejor con el mundo si dijera, no, no me voy a meter con este gente, no voy  apoyar ninguna carrera, me voy a  declarar filósofo neutral del siglo XXI. Eso para mí no existe, creo que hay que apostar y hay que tomar ciertos riesgos. Que eso es lo que finalmente. No solo de un artista comprometido, sino que de un ciudadano normal se espera. Di algo de esto que está pasando que es grave. Estamos en elecciones políticas y esto no es juego. A pesar de que esas elecciones políticas no nos den el abanico de posibilidades que quisiéramos. Pero dentro de las posibilidades que hay, yo entiendo la coyuntura política, que desde la política como herramienta de cambio social, se hace desde ese punto de vista. De quien opera políticamente y tiene que estar en esa arena, ese es u medio. Y si la Camila Vallejo, piensa que es acertado, está la Lorena Pizarro, Jorge Coulon, hacen coyuntura con el partido comunista, bueno, entonces, yo voy viendo que ciertas personas en las que yo creo y conozco de cerca, y he visto su trabajo, asumen que en esa coyuntura ellos pueden instalar sus ideas, bueno entonces yo apoyo esa coyuntura en ese sentido. Pero apoyo su gestión dentro de ese juego, no apoyo el juego como una cuestión total, absoluta. Y esa es la gracias también de un voto, y es que el voto también no sea por un equipo completo, o por un color completo de partido, sino que puedes repartirlo en diferentes personas y gestiones, y dentro de ese mismo conglomerado a unos les puedes decir, no; me hubiese gustado otro candidato, me hubiesen gustado otras ideas o me hubiese gustado otro compromiso de tu parte. Entonces por ahí va un poco el camino que uno toma, o que yo tomo personalmente a la hora de enfocar o de poner mi energía en esta nueva situación que hay en Chile que son las elecciones.

-¿Te juntaste con Piñera tras leer la carta en el Festival de Viña del Mar?

– Hubo intenciones de la gente de La Moneda de juntarnos, porque recibí unos llamados que parecían ser serios, pero fue los días que empezó a aparecer el problema de Aysén, el problema del gas en Coyhaique, con Iván Fuentes. Entonces eso derivó toda la energía para otro lado, entonces yo creo que pasé a último plano. Pero había unos llamados supongo que eran serios, como de juntarse, después como que pasó el tiempo y ya no tenía mucho sentido.

-¿Si te hubieses juntado qué le hubieses dicho?

Lo que la gente piensa, lo que yo veo en los viajes, lo que la gente me habla el agua, las cartas que me pasa la gente en los campamentos en Viña. Las cartas y las historias que le gente cuenta en la calle y en los lugares donde pasan las cosas, no sé, en torno al pueblo Mapuche. Cosas que están escritas y contadas con sinceridad increíble del pueblo, que no son mentiras ni cuentos de hadas. El drama de los profesores, el problema… Miles de problemas que hay en todo Chile con respecto al tema termoeléctricas, etc. Y la gente te cuenta cosas y te habla y te dice cosas, y eso es real, digamos. Yo tenía  una lista larga de cosas que le podía decir y comentar, porque a mí me pasa la gente sus historias, sus cartas, las carpetas a veces de los allegados de un lugar, de un campamento que no han tenido solución de no sé qué cosa. Y todo eso, se niega sistemáticamente a través de los medios, y tú cuando escuchas los testimonios y ves la gente, y lees lo que escriben y te das cuenta que es pura verdad, para qué va a venir una señora a hacer un esfuerzo de estar en tu concierto a contarte que es de un comité de allegados que no ha tenido respuesta a no sé qué problema, o que la gente de la ligua me busque a mí toda una tarde, toda una comisión de gente, para que hablemos del tema del agua a ver si yo puedo difundir una marcha acerca de este robo del agua que le hacen y que ellos están seguros, viven ahí, lo han visto, lo saben. No son historias. Cosas que no aparecen en los medios, y bueno, todo eso le hubiese dicho al presidente.

Que se arriesgara en el fondo a esa verdad, ya también qué necesidad tendría yo de ir a la moneda a inventarle cuentos de hadas al presidente de la república, de inconformidades ciudadanas de qué, por qué. Entonces, tenía unas verdades tan rotundas, que era lo que me interesaba. Y vengo de parte, no mía, sino de mucha gente. Y mire aquí están las cartas, aquí están los documentos, aquí están las fotos. En tan lugar hablé con tal persona y tenían tal problema, y es real, yo lo vi. Cosas que claro, en la cuenta presidencial esa que sale por televisión, no aparecen.

-Y en esta etapa en que estás internacionalizando tu carrera, te he visto en París, etc. Cómo te ha ido en esas giras.

– Bien, yo creo que el mundo en general está en una especie de… O sea, hay por un lado un desencanto, una crisis, en la que finalmente lo que tú encuentras en los países o en cualquier parte, son personas que están luchando por tratar de enfocar su vida a partir de un nuevo paradigma, más humano. Y eso te lo encuentras en todos lados, entonces la verdad que no tiene mucha gracia si es Bélgica, París o Madrid. O si es la China o si es no sé qué lugar. En general las ciudades del mundo de parecen bastante y hay una necesidad de que las canciones sean una excusa a partir de la cual cierta gente se puede juntar a establecer ideas, a discutir, a conversar, y eso es básicamente lo que pasa. Yo como soy presentado como un cantautor chileno de tradición social, etc. La presentación que ustedes se pueden imaginar que se hace de mí en Europa, bueno, llega gente que le interesa eso.

-¿Te relacionan con Víctor Jara?

– Sí, claro, como toda una generación nueva, hija de toda esa música. Es lo que para Europa son los artistas que continúan aparte de Quila e Inti que los conocen más porque vivieron allá. A una serie de artistas latinoamericanos o chilenos que son parte de ese pensamiento.

Y de esta generación nueva a quienes escuchas tú

-Me gusta mucho Chinoy, es mi favorito. Y me gusta también mucho Gepe, me gusta la Camila Moreno, Pedro Piedra, la natiyú (no se entiende). Los Bunker que los conozco de cerca y que son una generación joven todavía. Me gustó mucho el disco San Sebastián de Fernando Milagros. Los escucho a todos, pero… Javier barría es otro joven por ahí. Se le nombra poco pero ha hecho varios discos interesantes.

-A ti se te indica como el que encabeza esa generación, eso es por un tema generacional, crees tú…

– Yo creo que hay varios caminos para eso, pero lo primero, es lo generacional, sí. Yo hice mi disco solista cuando era raro que alguien hiciera un disco solista, sobre todo en guitarra. Que se posicionó súper bien en medios y todos, se suponía que el cantautor era más oscuro y de orillas, no era tan de medios de difusión y de revistas, no? Y pasó algo con eso, con el disco Pánico, hubo una situación, una apertura tanto mía como artista pero también del medio hacia este material, entonces. Yo me acuerdo que ese año en que apareció Pánico, también apareció Gepe, que también era raro que apareciera otro solista casi en paralelo, con posiciones distintas pero parecidas. Más juvenil Gepe, usando secuencias electrónicas y otras cosas, pero con una pata también puesta en el folclor, y había una cosa interesante ahí. Y de ahí en adelante apareció una generación que quizás venía de todas maneras a hacer lo que iba a hacer. No lo sé, yo no creo que musicalmente los haya influenciado, pero sí que aparecí en un momento coyuntural, porque pertenezco a esa generación más antigua del cantautor de los años 89’, 90’, pero mi trabajo aparece del 2000  hacia allá. Entonces, también es en el fondo un pie puesto en el siglo XX, de esa tradición cantautoral, y otro pie puesto en el siglo XXI. Eso me da una especie de ser, yo siempre sigo: el más joven de los viejos. Cuando yo estaba haciendo mi disco sentía que dentro de lo que yo estaba haciendo era el más joven y derepente no  me di ni cuenta y era el más viejo, en un lapso de tiempo muy breve. Entonces más bien una coyuntura yo creo, histórica que produce esa sensación.

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