Opinión: «No estamos todas, falta Norma»

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La Voz de Maipú

Como feministas, cualquier femicidio nos interpela, pero el caso de Norma Vásquez nos obliga a reflexionar más allá de lo cómodo.

Múltiples veces se ha debatido entre mujeres la inclusión de carabineras en las consignas del movimiento feminista. Las paradojas son varias pero casi todas nos llevan a la violencia, la de ellas hacia nosotras, la de ellas hacia todas las demás.

Pero, qué sucede cuando todas las violencias, toda la interseccionalidad de la opresión, se terminan inclinando hacia el género.

Por un feminismo contra la violencia patriarcal y la intervención de Carabineros de Chile

Desde el 18 de Octubre todo Chile y el mundo ha sido testigo de cómo Carabineros de Chile ha vuelto a mostrar su cara más oscura: la represión.

Son miles de denuncias de violación a los Derechos Humanos, muchas de carácter sexual, que nos urge a la intervención y disolución de un cuerpo llamado al orden y la seguridad que se ha vuelto contra su propio pueblo.

Históricamente, el opresor ha tomado muchas formas y el uniforme le ha sido propio por excelencia. Sin embargo, en la sociedad que vivimos, el poder se cruza y entremezcla con la clase, la etnia y el género. Y oprimidos, nos ponemos del lado del opresor: el rico, el blanco, el hombre.

Norma encarnaba esa contradicción. Sin conocerla lo sabemos.

Carabineros y las Fuerzas Armadas son organismos jerarquizados y las jerarquías le son funcionales al opresor, produciendo y reproduciendo toda clase de violencia, incluyendo la patriarcal. Y las mujeres uniformadas no son la excepción.

La practican, pero también la padecen.

No estamos todas, falta Norma

Podemos dejar pendiente el debate de si son “compañeras”, de la sororidad, de su sororidad. Lo que no podemos dejar pendiente es la sororidad del movimiento feminista contra esa violencia.

Norma fue acosada sexualmente en su espacio de trabajo; Norma fue abusada sexualmente en su espacio de trabajo; Norma fue violentada en su espacio de trabajo. Norma no fue la única. Norma denunció y, luego de sumar otros testimonios, su agresor fue suspendido. Norma se refugió en su familia y su agresor la siguió. Norma fue hostigada y asesinada, tras un largo camino de negligencias de su institución y el sistema mismo, que no la protegió.

Ese proceso que parece largo, lo sufren millones de mujeres.

El movimiento feminista lleva años exponiendo la desprotección de las mujeres víctimas de violencia de género, en que la misma institución de Carabineros de Chile ha sido cómplice, desestimando denuncias de amenazas, amedrentamiento y violencia física. Y hoy que les toca como institución, vuelve a ser el movimiento feminista quien sale en defensa de ella, quien vuelve a poner sobre la mesa las deudas que tenemos en materia de violencia de género.

Hoy, como feminista, no me importa que Norma haya sido carabinera y, como tal, quizás cómplice de la violencia que nos aqueja como mujeres, como mestizas, como pobres. Hoy, como feminista, me importa salvarle la vida a una como ella que, por miedo, pueda estarse callando; me importa salvarle la vida a una como ella que, aún con miedo, denunció, pero su propia institución la traicionó.

Su propia institución y la justicia.

Justicia para Norma y las víctimas de la revuelta

El subteniente Gary Valenzuela Ramos sería su femicida. Pero, antes de eso, también sería asesino.

Asesino porque Gary Valenzuela Ramos habría sido parte de la golpiza que Carabineros de la 25a Comisaría de Maipú le propinó a Alex Núñez Sandoval la noche del 20 de octubre y que le costaría la vida. Gary Valenzuela Ramos habría sido quien golpeó y trasladó a Alex Núñez a la Comisaría, de la cual salió herido gravemente, provocando su muerte cerebral en horas posteriores. Gary Valenzuela Ramos sería quien trató de deshacerse de su culpa y es mencionado en el testimonio de otro subteniente como uno de los responsables principales.

Él sería el subteniente Gary Valenzuela Ramos: ayer asesino, hoy asesino y femicida. Él sería Gary Valenzuela Ramos: hombre, blanco, protegido por sus cómplices, su institución y la justicia.

Urge la intervención de Carabineros de Chile y las Fuerzas Armadas, urge acabar con el negacionismo de la dictadura y un trabajo de fondo en Derechos Humanos y Género en la formación de uniformados y uniformadas. No es azaroso que un violador de Derechos Humanos se convierta, también, en un femicida.

La violencia patriarcal es otra expresión de la violación de Derechos Humanos.

Como feministas, no podemos hacer oídos sordos, ni menos ojos ciegos -como aquellos contra los que Carabineros atentó-. Norma fue víctima de violencia patriarcal y, también, víctima de las mismas violaciones a los Derechos Humanos que su institución cometió.

Si eso no hubiera sido así, si el 18 de octubre hubiéramos tenido una institucionalidad íntegra, si se hubieran roto los pactos de silencio de la dictadura y viviéramos en una democracia, hoy, quizás, Gary Valenzuela Ramos estaría encarcelado.

Gary Valenzuela Ramos estaría encarcelado. Y Norma viva.

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