Susana Cáceres, compañera de Alberto Kurapel me llama y me cuenta que están felices. Alberto Kurapel acaba de recibir un llamado que le indica que se ganó el Premio Regional de las Culturas, Artes y Patrimonio de la RM por su trayectoria vinculada a la memoria y los derechos humanos.
Más tarde será Alberto Kurapel quién me llamará y me invitará junto a mi compañera Liz Muñoz y la editora de La Voz, Bárbara Espinoza, para acompañarlo al Palacio Pereira, donde el viernes 13 de diciembre recibirá el premio. No dudamos un segundo en aceptar la invitación.
El viernes le escribo temprano y le pregunto cómo se va al Palacio. Me cuenta que se va en un radiotaxi y me ofrece llevarnos con él. De nuevo no lo dudamos. Así que partimos a las 10 AM desde su casa. El conductor del taxi lo conoce y lo felicita por el premio nuevo. Hace unos meses, nos cuenta, le tocó llevarlo a La Moneda, donde recibió el Premio Presidente de la República a las Artes Escénicas. El taxista le dice que es cábala. Y Kurapel le regala una sonrisa ancha.
En el camino me cuenta que todavía no se cree el premio y que siempre que le toca recibir un galardón se muestra desconfiado. Su desconfianza se remonta a 48 años atrás, cuando ganó un Premio de Poesía en Italia, país al que debía viajar para declamar en distintos lugares. Sin embargo, manos negras y rencillas políticas le quitaron el derecho a subirse al avión. Le enviaron el premio por correo.
Pero esta vez es cierto. Llegamos con tiempo a favor al Palacio Pereira y nos registramos junto al galardonado. Más atrás vienen el Mono González, muralista a quien se le ha negado en varias ocasiones el premio nacional de arte y los familiares de Alonso Escobar Aravena, quien ganó el premio como artista emergente. Escobar no pudo asistir, pues se encontraba haciendo una pasantía en Barcelona. Otra que se ganó el Premio fue Paulina Brugnoli Bailoni, artista textil, quien luego de más de 30 años como docente en la Universidad Católica, siguió desde su casa formando a artistas.
Pero la crónica va de Kurapel, quien recorre junto a Susana Cáceres una exposición del lugar. Juntos miran el arte y en sus ojos se puede ver que no han perdido la capacidad de asombrarse. La pareja es una especie de dupla creativa; ambos son más fuertes cuando están juntos. Se encuentran en la palabra, pero también en el silencio.
Y ahí estamos nosotros, orgullosos del artista que es músico, poeta, director de teatro y artista performático. Conectados porque hemos compartido un par de ocasiones y hemos escuchado las historias del matrimonio en Montreal, lugar donde vivieron un exilio que les caló los huesos.
Kurapel en realidad se apellida Sendra y en el exilio canadiense fundó la compañía de teatro del exilio. En Montreal, generó arte performático en múltiples idiomas, con cortes que provocaban a los espectadores y con inclusión de videos en los inicios de los 80. Un adelantado.
En Chile, antes del exilio, el actor hizo música y participó del Canto Al Programa, el quinto álbum de Inti Illimani. Cuando los militares derrocaron a Allende fue perseguido y su vida amenazada. Montreal fue el lugar al que tuvo que escapar y en la fría ciudad del norte se las ingenió para hacer arte, con la memoria y los derechos humanos como eje central de su obra.
Hoy por hoy debe ser el artista maipucino más completo y galardonado. Una especie de leyenda viva que ofrece bajo la sombra de los olivos que plantó su padre en la casa de Luis Gandarillas, anécdotas de su caminar por el mundo; de Montreal pasa a historias de París y luego narra el concierto en Marruecos.
Alberto Kurapel: “Me están premiando por existir en mi quehacer”
En el acto de premiación Kurapel, visiblemente emocionado dijo “me están premiando por existir en mi quehacer. Por haber transitado el único camino que conozco: el gesto artístico”.
En su discurso el artista indicó que “siempre quise hacer visible, en cada una de mis obras: la tortura, los fusilamientos, la resistencia de compañeros, de compañeras detenidos desaparecidos que lucharon por una vida mejor para otros hermanos desconocidos, presentes y futuros, enfrentando la tiranía que ensombreció infinitamente a Chile y el mundo entero”.
El artista citó una frase que aparece en el documental “Geografía de Ausencias”, de Susana Cáceres, su compañera “la memoria es energía y no olvida. Mientras exista un prisionero político desaparecido, mientras no se haya juzgado a los torturadores que hoy caminan impunes, dirigen empresas o disfrutan de privilegios, ni el arte ni la ciencia serán libres”.
El autor cerró su discurso agradeciendo a Susana Cáceres, Fernando de Toro, Mimí Cifuentes, Faiz Mashini, Ana María Rozas, al Alcalde Tomás Vodanovic y La Voz de Maipú, representada por quien escribe esta crónica y Bárbara Espinoza, editora y directora del medio.
Celebración del Premio
En horas de la tarde la pareja Kurapel Cáceres realizó una íntima celebración en su domicilio. Una mesa con vinos y al centro la estatuilla que se ganó. Frutas, ceviche y empanadas se degustaron en medio de risas, historias del Maipú antiguo y la idea de los invitados (mas no del anfitrión) que los dos premios ganados abren la puerta para que Kurapel vaya por el Premio Nacional de las Artes.
Pergaminos le sobran, talento también. Alberto Kurapel, sobreviviente de una dictadura que lo persiguió y un cáncer que no le quitó nunca las ganas de crear, seguirá desde Maipú, lugar en el que creció y al que volvió, creando historias y universos. Cantando y declamando sobre exilios y los dolores humanos y buscando, con el arte como si fuese un arma, un mundo un poco más justo, donde nadie sea perseguido por pensar diferente.
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