Fue el 6 de diciembre de 2016 que Cathy Barriga Guerra, ex bailarina, ex chica reality y ex consejera regional, hacía su ingreso al Teatro Municipal de Maipú, con el fin de jurar como alcaldesa de la comuna.
Ese día Barriga se probaba por primera vez, el traje de un municipio que es –en esencia- complicado. Porque más allá de manejar un presupuesto que supera los 100 mil millones de pesos al año, o estar a cargo de más de 4000 funcionarios, Maipú tiene lógicas, dinámicas y parcelas de poder, que lo hacen un terreno dificultoso, incluso para aquellos más curtidos en política.
Este análisis busca graficar una gestión que ha tenido aciertos, pero que también ha cometido errores.
Génesis
Lo escribí en otro análisis. El triunfo de Barriga sólo es posible y explicable por la presencia de dos candidatos a alcalde que dividieron los votos de la centro izquierda en Maipú. La pugna que nació en la DC comunal, y que terminó con el alcalde Christian Vittori buscando repetirse el plato como independiente, y la mala campaña realizada por quien fuera el candidato de la nueva mayoría: Freddy Campusano, permitieron dispersar los votos de manera tal, que Barriga obtuvo la alcaldía.
En esa elección pudieron votar 370.091 maipucinos, sin embargo, votaron apenas 103.029. Un 73% de abstención, que evidenció el hastió de la población hacía los políticos y las elecciones. Barriga consiguió 35.343 votos (36,1%). Más atrás Vittori con 30.625 votos (31,3%) y Freddy Campusano quien apenas consiguió 17.107 votos (17,5%). Sumados ambos candidatos se acercaban al 50% que históricamente la nueva mayoría tenía en elecciones municipales en Maipú.
Barriga: La mujer, ex bailarina y alcaldesa
Sus detractores siempre enarbolan el pasado de Barriga como figura televisiva, con el fin de denostarla. Tal vez el camino más simple para la alcaldesa de Maipú habría sido guardar el baile en el baúl de los recuerdos, ponerse trajes de dos piezas, y asumir una posición de figura política que, a mi juicio, la hubiera terminado desdibujando.
Y es que la espontaneidad de la alcaldesa, sus habilidades blandas a la hora de establecer relaciones, y el que no tenga complejos en subirse a un escenario, tomar el micrófono y ponerse a bailar, terminan por mostrar a una Cathy Barriga que es del gusto de varios sectores de Maipú. Por esa Cathy Barriga votó su electorado y ella responde con simpatía y sobretodo siendo genuina.
Barriga no esconde su pasado, no reniega de él y se muestra orgullosa –y a veces sensible- al hablar de su historia. Y es que más allá de diferencias políticas, ella es alguien que le ha ganado a la vida, y eso es menester, reconocerlo e incluso aplaudirlo.
Un año conflictivo
El baile, su pasado de luces y cámaras, no son impedimento para que ejerza el poder cuando debe hacerlo. Barriga es una alcaldesa que –en su primer año al mando de la comuna- ha mostrado carácter y mano firme. Sin embargo, desde un punto de vista táctico-político a veces ha pecado de apresurada.
A poco de asumir hizo notar el cambio de timón, no renovando el contrato de cientos de funcionarios municipales. El argumento fue que eran “fantasmas”, es decir, que cobraban una boleta al mes, pero no iban a trabajar. Lo cierto, es que en la gestión de Vittori más de alguno pudo haber tenido esa condición, sin embargo los juicios que varios de esos ex funcionarios han iniciado, le han significado al municipio varios millones de pesos en indemnizaciones.
El tema de los despidos a todas luces fue mal planteado. De pronto haber dicho que la nueva administración quería dar un nuevo rumbo, y que el municipio contaba con una sobredotación de personal, habría sido un argumento más sincero.
Cathy Barriga: Una alcaldesa que reniega de la política
Quizás la madre de todos los conflictos que ha enfrentado la administración municipal sea el estilo de Cathy Barriga. Y es que ella dice no ser política, reniega de ella, pero ocupa el máximo cargo político de la comuna.
Y es que la política es el arte de negociar, transar para avanzar y saber cuándo retroceder. Todas esas lógicas a Barriga le resultan ajenas. El bullado corte de micrófono que le hizo en el concejo municipal a la concejala Marcela Silva, o el enojo que manifestó en un despacho en vivo en Mega, ante lo que sintió como una encerrona, eran conflictos que podían evitarse.
Porque estos meses han dejado algo de manifiesto. El concejo municipal, que es la instancia de discusión política entre alcaldesa y concejales, se ha transformado en un espacio donde Barriga se nota incómoda. Ahí, lejos de su hábitat natural, está a merced de la opinión en contra, del grito del vecino emputecido y de cualquier escenario que sus adversarios le puedan montar.
Un equipo municipal poco cohesionado y falto de política
Barriga asumió el 6 de diciembre de 2016, y en medio de la ceremonia presentó a su equipo de trabajo. Hoy, al asistir a la celebración de su primer año, comencé a recordar a los caídos. Andrea Monsalve, de comunicaciones, o Nicolás Pizarro, administrador municipal, son algunos de los que se fueron. En silencio.
Otros, como Carla Vidal de deportes, se fueron derramando improperios y acusaciones. Y es que Barriga ha despedido y movido gente, en función de confianzas y lealtades que, a veces, ha sentido que son pasadas a llevar.
Hoy por hoy el principal déficit del equipo de Barriga, es la falta de gente con experiencia política. “Acá pena un jefe de gabinete, porque Japaz es un muy buen asistente personal, pero no da línea política”, me dice con el micrófono apagado un cercano a la administración.
Además, el equipo municipal ha enfrentado divisiones importantes. Y ha habido nombramientos apresurados. Todo ello hace que el municipio hoy avance más lento en temas administrativos. “El problema es que la nueva administración llegó con la idea que la gestión de Vittori robaba en cada negocio que se hacía. Entonces donde antes bastaban un par de firmas y un par de semanas, hoy los procesos se han hecho largos y tediosos”, cuenta un funcionario de la Dirección de Administración y Finanzas que pide reserva de nombre.
Las ferias con food trucks, también han sido una revelación para el ciudadano de a pie. Están bien hechas, se come rico y barato, y le subieron el pelo a los eventos municipales.
Pendientes
Gestión cultural, en el sentido de fomentar talentos locales, crear industria comunal y generar pensamiento crítico, ha brillado por su ausencia. Cultura, igual que en antiguas administraciones, no ha dado el ancho. Parece un área abandonada. Y duele. Para que hablar de la oficina de la juventud: dedicada a los talleres y poco más.
La CODEDUC es otro hervidero. El despido de profesores y la fusión de cursos, hoy es un conflicto que se inicia. Lo peor es que CODEDUC no dice nada. No explica. Porque ante la baja matrícula de los colegios municipales, puede tener lógica el fusionar cursos. Pero si esas fusiones se concentran en colegios con índices altísimos de vulnerabilidad social por parte de sus alumnos, entonces la medida termina respondiendo a lógicas de mercado, y deja fuera la increíble oportunidad de tener cursos pequeños, para alumnos que vienen de entornos socio culturales y económicos precarizados.
Mejorar los colegios municipales también se hace urgente. La calidad de algunos profesores es preocupante y los equipos de la educación municipal, en algunos casos, no dan el ancho. Educan a los niños más vulnerables de la comuna, y lo hacen con tal falta de amor, que no merecen ganar un sueldo.
Aciertos
El programa de médicos a domicilio, más allá de los reclamos del Consejo Consultivo de Salud del Hospital El Carmen (que de salud saben muy poco), parece ser una buena medida para disminuir los atochamientos de pacientes. Más allá de que se esté haciendo con una empresa privada, los más de 6000 atenciones que registran, en pocos meses, son un indicador positivo. Esa gente, muchas veces, va a reventar la urgencia del Hospital El Carmen, con problemas médicos de rápida solución.
DIDECO también ha sido un buen punto de la gestión. Eugenio Aguiló tomó el mando de uno de los departamentos más grandes y poderosos de Maipú, y ha sido capaz de conducirlo y darle operatividad. Hoy la DIDECO funciona a buen tranco y sus largos brazos, alcanzan a miles de beneficiarios de sus actividades en nuestra comuna, saltándose a varios dirigentes que hicieron del clientelismo su razón de ser.
La oficina de diversidad también trabaja a toda máquina. La igualdad de género, los derechos de los inmigrantes, han sido visibilizados por Bladymir Muñoz y su equipo.
Pero quizás el acierto más grande de la gestión de Cathy Barriga, es que ha existido un esfuerzo por hacer las cosas de forma transparente y, que a diferencia de la gestión Vittori, no se ha visto involucrada en casos donde el olor a robo abunda, y la ley que impera es la del más vivo. Atrás quedaron los hampas que acompañaron al ex alcalde, y eso es digno de destacar.
El futuro
Quedan 3 años de gestión, que en la práctica y por las lógicas electorales, se transforman en 2 años y meses. En ese sentido hoy es imperativo el arribo de personas con conocimiento de la comuna, y que funcionen con directrices políticas, pues Barriga no es política, reniega de ella y eso se torna en su mayor debilidad.
Sin embargo, sus habilidades blandas, el manejo comunicacional y el uso que hace de redes sociales, son sin duda, el bastión desde donde construye una administración municipal con sello de mujer.
El slogan de «Maipú Renace», más allá de ser refundacional, no indica el camino que la gestión quiere marcar. ¿Cuál será el sello? ¿Por qué obras será recordada Barriga en algunos años?. A la gestión le sobran likes, redes sociales, pero le falta un relato, o al menos que indique hacía que tipo de comuna vamos caminando.
En poco menos de tres años, Barriga –si así lo desea- deberá enfrentar nuevamente el escrutinio popular. Más allá de los candidatos que se presenten, esa será su prueba de fuego, donde se verá si su estilo le permitió sumar electores. O perderlos.
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