Opinión: El contrato de La Voz de Maipú con el Municipio y las fake news que lo rodean

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La Voz de Maipú

Me siento como un muerto en vida. Hace tiempo que no escribo en La Voz de Maipú, este medio que fundé un lejano año 2004. No lo hago porque, hoy por hoy, existe un equipo que escribe y toma decisiones editoriales. Y en ese equipo, en estos momentos, no estoy yo.

Pero vuelvo a la escritura. Un poco remecido y, también, un poco invocado. Las últimas horas he visto transitar mi nombre por redes sociales y hasta aparezco citado en un artículo que pretende ser de prensa. Pero no lo es y luego lo explicaré.

Si tuviera que contarles el final de la historia, les diría que todo el problema es de plata. De dinero. De lucas. Un contrato entre la Municipalidad de Maipú y La Voz de Maipú encendió las pasiones de otros portales webs y comunicadores sociales de la comuna, quienes ven en la contratación una especie de injusticia: «¿Por qué ellos y no yo?» es la pregunta que deben estar haciéndose.

Nada de lo que diga acá, los convencerá de que -a mi juicio- hay poco de injusticia en la decisión municipal. Sin embargo, siento el deber de escribir, para aclararle a la audiencia las cosas que nos diferencian a los medios de comunicación en Maipú. En el mundo de la prensa existen indicadores objetivos, que nos permiten comparar y compararnos entre medios de comunicación.

El presunto artículo de prensa que les mencioné al principio insinúa de forma mañosa, un posible “tráfico de influencias”. El autor (que no firma la nota con su nombre) entrega como dato las incorporaciones al municipio de las profesionales Nicole Sepúlveda y Marlene Valladares (esta última en febrero de 2022) y el vínculo que ambas tuvieron con La Voz de Maipú. De hecho, una rápida búsqueda le hubiese permitido darse cuenta que Valladares no coopera en La Voz de Maipú desde noviembre de 2021 (e ingresó al municipio en febrero de 2022).

En ese sentido, nobleza obliga, aclaro que escribo esta columna de opinión porque las personas aludidas no fueron «puestas ahí» por mí, sin embargo quienes me conocen saben que jamás negaré a un amigo o amiga. Y ambas son amigas mías.

Pero volvamos a la supuesta nota de prensa, que me saca de mi ostracismo. Lo que el autor omite, por ignorancia o mala intención, es que Nicole Sepúlveda es más que nuestra exDirectora. Es Licenciada en Sociología de la U. de Chile y fue Coordinadora del comunal Maipú del Frente Amplio, cuando el conglomerado daba sus primeros pasos en el 2017 y hoy es militante de Revolución Democrática (el partido oficialista). También el autor omite que ella tuvo una participación clave en la campaña del alcalde hoy electo. Fue en ese espacio, y en base a su trabajo, que se ganó el derecho a ser parte de una gestión local que intenta, según lo que nos dice, dejar atrás las malas prácticas de la vieja política.

Y hay más omisiones. De Valladares, no cuenta que además de haber sido por años periodista de La Voz, también fue parte del equipo de comunicaciones del Hospital El Carmen, donde llegó a ejercer la jefatura (s) de Comunicaciones. O que hasta hace algunos meses (inmediatamente antes de entrar al municipio), era la encargada de Comunicaciones del Instituto Alonso de Ercilla. Además de ser vecina de Maipú, su experiencia en prensa y comunicación estratégica, no debería ser puesta en entredicho por su paso por este diario. Al contrario, pocos periodistas en la comuna tienen la experiencia de ella en prensa y comunicación estratégica.

De hecho el seudo artículo en comento indica que Valladares gana un sueldo sobre los 4 millones de pesos. Y es que en transparencia aparece ese monto. El autor, quien comparte un grupo de whatsapp con Valladares, podría haberle preguntado. Ella de seguro le habría indicado que ese monto se debe a que se le pagaron varios meses, porque ella comenzó en febrero de 2022 su trabajo y por varios meses (burocracia mediante) no recibió salario.

Pero ¿para qué preguntar si el objetivo es dañar? Es más fácil intentar enlodar a dos profesionales maipucinas, con el fin de atacar a La Voz. Para mí, la incorporación de ambas al Municipio no me extraña. Y si más profesionales que han pasado por acá fueran incorporados, tampoco me sorprendería. Soy un convencido que acá existe el mejor equipo de prensa y comunicaciones del poniente de la capital.

Sin embargo la desprolijidad de Nicolás Nitrihual (así se llama el dueño de Maipú Informado) no es lo más grave. En su párrafo final señala que “Cabe entonces preguntarnos, ¿es tráfico de influencias?, ¿es pago político?, ¿es falta a la probidad?, ¿un medio puede ser fiscalizador y al mismo tiempo ser parte de la gestión del alcalde Vodanovic?.

Y las preguntas son capciosas y esconden una mentira. La Voz de Maipú no es parte de la gestión a pesar de prestar servicios a la misma y la pregunta sobre si un medio de comunicación puede ser fiscalizador y a la vez prestar servicios a un ente a fiscalizar, promueve un debate interesante.

La mejor respuesta que se me ocurre es que nos lean en el día a día y vean cómo, a pesar del contrato, no hemos dejado de procesar denuncias en contra del municipio. Y es que a diferencia de otras gestiones, donde varios de los que hoy reclaman tenían (teníamos) contratos, esta gestión no incluyó entre las causales de cese del documento el escribir en contra. Demostrando en ese sentido ser mucho más decentes que varios exAlcaldes y alcaldesas.

Pero lo más grave es que el artículo de Nitrihual esconde sus intenciones. Maipú Informado, al igual que varios otros portales webs, durante meses han querido ser contratados por el municipio de Maipú. Y ahí las dudas arrecian. ¿Cree usted que si estos medios fueran contratados estarían tan preocupados de la probidad?. Porque al final promueven un debate desde la posición de outsiders que tienen. Pero son outsiders porque no son considerados, no por elección.

Porque Nitrihual, entre tanta mentira, dice una verdad. Quien escribe efectivamente apoyó la elección del alcalde Vodanovic. Lo hice porque he sido parte del Frente Amplio (sin militar en ninguno de sus partidos), pero eso no es un golpe noticioso, de hecho hice -por un asunto de transparencia- público mi apoyo en plena campaña. De nuevo, lo hice por transparencia. Creo que la gente merece saber cómo piensan los dueños de medios.

Y es que más allá de la participación que uno tenga, o no, en medios de comunicación, no es ilícito participar en política. Nitrihual vio redes sociales y otros temas en la campaña de Alejandra Bustamante a la alcaldía (que salió cuarta entre cinco), a quien conoció mientras el primero se desempeñaba -como auxiliar- en la Municipalidad de Maipú. Y eso no es delito.

Contratos entre medios y municipio: Asunto de vida o muerte para algunos. No para La Voz de Maipú

En La Voz de Maipú toda esta polémica nos indigna, pero no nos quita ganas. En la industria de los medios, lo he dicho, «el que pone la plata, pone la música». Y por ello que estamos adportas de lanzar una nueva campaña para sumar más suscriptoras y suscriptores. La meta para fines de 2023 es que la mitad más uno de nuestros ingresos provengan de las vecinas y vecinos.

Los que critican no saben es que los 1.5 millones al mes del municipio nos permiten aumentar el tamaño de la redacción. Y que, por cierto, ese monto no es ni siquiera la mitad de lo que el proyecto necesita para subsistir. De hecho, el municipio no es ni siquiera nuestro cliente más grande. Las agencias lo son.

Y voy más al fondo. Sin ese contrato, podríamos seguir informando. Más precarios tal vez, pero así lo hemos hecho los últimos 4 años, mientras muchos de los que hoy nos lanzan piedras recibían de Cathy Barriga recursos que iban a parar directamente a sus bolsillos. Recursos, a cambio de copiar y pegar textos, cuestión que valió un pronunciamiento de la Contraloría.

En La Voz de Maipú tenemos gente contratada a quienes aparte de sueldos, se les pagan sus derechos sociales. Pagamos licencias de software y hosting. Además de tener una estructura que nos permite desplegar otros proyectos periodísticos en otros sitios. Pero obras son amores. ¿Cuántas noticias publican al mes esos medios que se sienten perjudicados? ¿Cuántas personas los leen cada mes? ¿Cual es la propuesta de valor que los acompaña? ¿Sus contenidos son recogidos por medios nacionales?

Y ese es el meollo del asunto. Quieren dinero a cambio de nada y usan la información como moneda de cambio. Quieren dinero, pero no quieren ganarlo. Y así los tendremos, inventando noticias falsas y ensuciando a todas aquellas y aquellos que hagan bien las cosas. En el fondo, proyectan sus miserias y frustraciones en redes sociales.

Desde este lado seguimos en lo nuestro. Nuestras redactoras en una aceleradora becadas por la google news initiative. Quien escribe, en las mismas, estudiando en SembraMedia becado por la Embajada de USA en Chile. Y los críticos siguen en lo suyo. Buscando papeles que no entienden, preocupados de destruir sin ser capaces de construir.

Al final del día La Voz es #ElDiarioQueHaceLaPega y sus más grandes críticos son una minoría presa de sus limitaciones.

Creo que me extendí más de la cuenta. Pero he visto como un equipo se ha sacado la cresta por hacer un periódico por y para la gente. Y molesta tanta mentira. Ahora vuelvo a mi caverna: «Me vo’a llevar un par antes de irme».

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