Karina Borja llevaba 33 años, toda su vida, viviendo en la misma casa ubicada en Maipú. En ella vivía con su papá, Valero Borja, y sus dos hijos, de 1 y 8 años. Hace tiempo, en el mismo sitio, instalaron una segunda casa que hace 3 años comenzaron a arrendarle a una familia tenía niños de 3, 6 y 9 años.
El domicilio ubicado en un barrio céntrico de la comuna, con un ambiente tranquilo y buenos vecinos quedó en medio de una compleja situación cuando hace unas semanas llegó una primera notificación de que a Karina y a Valerio los dejó totalmente helados: se trataba de un lanzamiento judicial para desalojar el inmueble.
«Todos estos años nosotros solo hemos pagado las cuentas, no arriendo, porque siempre estuvimos seguros de que la casa era de mi papá», explica Karina aún muy desconcertada, ya que se suponía que la vivienda había sido heredada a Valerio y su hermano cuando falleció la madre. Tras la notificación, Valerio decidió contratar a un abogado, quien en ese entonces dijo que era un lanzamiento falso y que no se preocuparan.
Sin embargo, llegaron dos lanzamientos judiciales más, donde se exponía que se haría un allanamiento el día miércoles 23 de noviembre a las 9:00 horas. El abogado que habían conseguido continuaba insistiendo que era falso, hasta que dejó de responder llamadas y no apareció más. La preocupación se extendió, por su puesto, a la segunda familia que habitaba el lugar.
«Estamos prácticamente en la calle»
El 23 de noviembre efectivamente llegó Carabineros a desalojar a ambas familias del terreno. «Fue terrible, desde entonces estamos en la calle. Mi hijo (8 años) es epiléptico y tiritaba solo, yo tenía a mi hija (1 año) en brazos, ella tiene plagiocefalia y craneosinostosis. Un carabinero nos pedía disculpas», recuerda Karina, pero de todas formas los desalojaron.
«Yo no tenía idea, si hubiese sabido esto a los 18 años, me pongo las pilas al tiro para recuperar la casa y que mis hijos no pasen esta situación», comenta Karina entre lágrimas.
La mujer asegura que ese día la Municipalidad de Maipú se hizo presente, pero que lo único que le ofrecieron, además de un par de cajas de mercadería, fueron camiones para trasladar las cosas, algo que claramente no le servía puesto que no tenía a donde ir.
«Yo no estoy pidiendo que me regalen nada, solo quiero un lugar para arrendar y estar tranquila con mi papá e hijos, y es lo mismo que quiere la otra familia, estamos prácticamente en la calle», afirma Karina.
Un lugar para vivir
Para su suerte, una vecina acogió a ambas familias de manera temporal, y si bien cuentan que tiene la mejor disposición del mundo, Karina y Endrina, la madre de la familia venezolana, saben que no pueden quedarse ahí por siempre, tanto por su comodidad y la del resto.
«Yo no he podido estar mucho con mi hijo. Se lo llevaron donde una tía para que esté un poco más tranquilo y no haga muchas preguntas», lamenta Karina, que solo espera estar nuevamente en familia viviendo en paz, asegurando que pueden pagar un arriendo.
Si sabes o conoces de alguien que sepa de algún dato para estas familias, contactarse al WhatsApp de Karina: +569 6506 0790. También podría servir el aporte de leche o pañales XXG.
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