El sur poniente de Santiago de Chile se caracteriza por poseer el parque y la casa Quinta Las Rosas, espacios emblemáticos y simbólicos que con su presencia destacan por su profundo valor histórico e identitario. Para comprender su importancia, resulta pertinente un breve repaso.
En el siglo XIX, ambas infraestructuras fueron parte del antiguo fundo Loma Blanca, en ese entonces, propiedad de la familia Llona, tradicionales propietarios de grandes extensiones de tierra. Luego, Germán Riesco Errázuriz (quien sería Presidente de Chile a comienzos del siglo XX), compró el predio en 1885.
Seis años después, surgió la comuna de Maipú y durante el transcurso del siglo XX los terrenos fueron divididos entre María Teresa Walter Riesco, heredera del mandatario, y la Fundación Las Rosas de Ayuda Fraterna. Para 1978, los límites de la Batalla de Maipú ya habían sido declarados Monumento Nacional, lo que hizo aún más significativo que la casa Quinta Las Rosas se convirtiera en el primer inmueble patrimonial de la comuna sin relación directa con ese episodio clave de la Guerra de Independencia.
Debido a su valor arquitectónico y paisajístico, la casa y su parque de Quinta Las Rosas de Maipú fueron reconocidos como Monumento Histórico por el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) a través del Decreto N°325 de 1994. Posteriormente, en 2005, el Decreto N°415 amplió los límites de la protección patrimonial, abarcando la totalidad del predio de 5,44 hectáreas.
El monumento, ubicado entre calle La Farfana, Autopista del Sol, Zanjón de la Aguada, Av. Los Pajaritos, cuenta con un trazado definido por el arquitecto Rodrigo Benavente Tupper. Como se observa en la Figura 1, este diseño estableció la infraestructura de la casona y su perímetro en una superficie de 11.890 m2.

Fuente: Consejo de Monumentos Nacionales (CMN).
Aún con todos estos antecedentes, Quinta Las Rosas ha estado lejos de recibir la protección y el cuidado que merece. Por alguna razón este espacio patrimonial terminó con su administración cedida a Fundación Don Oscar, figura creada por los mismos de Espacio Don Oscar, la cual permitió que este Monumento Nacional cayera en una serie de perversiones.

Por solo mencionar algunas, durante la pandemia del COVID-19, un amplio espacio del parque patrimonial fue utilizado para que un circo se instalara en el perímetro. Después, la entrada del espacio fue utilizado como un lavadero de vehículos. En el transcurso, una de las murallas del perímetro frontal de la casona fue derribada (aunque esta, al menos, fue restaurada).
Asimismo, en 2023, fue de público conocimiento el caso de la productora de fiestas de música electrónica, Technolab, tuvo la intención de realizar un evento el 5 de agosto de ese año, el que incluía proyecciones y espectáculo de luces al interior en la casona patrimonial. Afortunadamente, tras las denuncias, la productora canceló la fiesta y la reagendó en otra locación.
El historial continúa. Durante las últimas semanas, Quinta Las Rosas ha sido objeto para el estacionamiento de camiones de alto tonelaje, mientras la estructura en altura está cediendo, lo que puede provocar un derrumbe del segundo piso de la casona. Cualquier vecino de la comuna que use diariamente el trasporte público (micros: 405, 401, 421, 419, I09) notará estos últimos dos rasgos del espacio.
En suma, Fundación Don Oscar solo ha buscado generar réditos económicos a través de métodos no vinculados a la naturaleza del Monumento Histórico mientras la autoridad muestra una alarmante indiferencia. Esta es la condición del tercer espacio patrimonial más importante de la comuna de Maipú, después del Templo Votivo y los muros de la antigua iglesia, y el Cerro Primero de Rivera.

Fuente: Fotografía del autor, 2021.

Fuente: Fotografía del autor, 2025.
Llegado a este punto, es posible preguntarse, como mínimo, ¿qué sucede con la Municipalidad de Maipú, su Oficina de Patrimonio y la Unidad de Cultura? Esta es la opinión que viene primero de un vecino de la comuna, antes que de un historiador: ¿Negligencia o indiferencia? ¿Excesiva burocratización de sus funcionarios o falta de personal más capacitado?
Que el municipio se haya limitado en los últimos años a ser simplemente un repositorio de fotografías deja mucho para la reflexión sobre lo que se está haciendo y lo que no en materia de protección, preservación y promoción de nuestro patrimonio local.
Sin duda, este caso se ha convertido en un desafío espinoso para las autoridades, y no se puede comparar con situaciones como las de la Casona Valdés (también administrada por un privado, Mid Mall Maipú) o la antigua Casona de Luis Infante Larraín, ya que Quinta Las Rosas posee un reconocimiento institucional que debiera exigir una protección mucho más rigurosa.
La hermosa Quinta Las Rosas podría ser ocupada perfectamente por una entidad pública como la Oficina del Patrimonio y el Archivo Municipal (que, dicho sea de paso, no existe). Sin embargo, estos deseos parecen utópicos, lo reconozco, pues para ello, el área de patrimonio de la Municipalidad debería comenzar por ser tecnificada. Esto es, incorporar historiadores altamente especializados de la academia con las facultades para postular a los fondos concursables del Ministerio de Cultura y el Ministerio de Ciencias (ANID). Lamentablemente, los intereses poderosos muchas veces son más apremiantes, pero no perdamos la esperanza.
Oscar Riquelme Gálvez.
Doctor © en Historia, Universidad de Chile.
Núcleo de Historia Económica y Social, Universidad de Chile.
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