Cuando estuve dos periodos como Consejera Regional, aprendí una lección profunda y transformadora: los proyectos que nacen desde la participación ciudadana son los que realmente funcionan. Son los que se valoran, se cuidan y se utilizan. Porque cuando las comunidades sienten que algo les pertenece, lo defienden y lo hacen suyo.
La nueva Clínica Ginecológica Móvil para Maipú no es solo una infraestructura más. Es un símbolo de lucha, de persistencia, de trabajo colectivo y de compromiso con la salud y la dignidad de nuestras vecinas. Es también el reflejo de lo que pasa cuando escuchamos a la gente, cuando las decisiones se toman con ellas y no solo para ellas.
Sabemos que muchas veces el camino es cuesta arriba. Que conseguir recursos, pasar por trámites burocráticos o lograr la aprobación de proyectos necesarios puede convertirse en una tarea titánica. Pero también sabemos que cuando lo que está en juego es la salud, el bienestar o la vida de una sola persona, todo esfuerzo vale la pena.
Esta clínica representa ese esfuerzo constante. Representa amor por lo público y compromiso con lo colectivo. Representa la convicción profunda de que nuestras comunas no pueden seguir siendo postergadas. Porque lo digo con claridad y sin ambigüedades: las comunas de nuestro sector merecen más. Más salud, más prevención, más dignidad.
Y lo vamos a seguir exigiendo. Vamos a seguir trabajando, gestionando, recorriendo cada rincón de nuestros territorios. Porque esto no se trata de una persona. Se trata de todas y todos. De mujeres que por años han postergado su salud. De familias que merecen vivir con tranquilidad. De comunidades que piden ser vistas y escuchadas.
La política tiene sentido cuando se transforma en acciones concretas, cuando toca la vida real de las personas. Esta nueva clínica ginecológica móvil es un paso en esa dirección. Y seguiremos avanzando, porque todavía queda mucho por hacer.

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