En medio de la ciudad, el Huerto Popular Tierra y Libertad, ubicado en calle La Estrella 5476, en Maipú, florece desde 2017 como un espacio de cultivo, aprendizaje y resistencia. Sin embargo, su futuro pende de un hilo: al estar en un terreno privado —perteneciente, según el Servicio de Impuestos Internos, al empresario Renato Hoffens (accionista de Inversiones y Rentas Santa Catalina SpA, dedicada a capitales mobiliarios)—, opera como una toma de terreno, sin acceso a fondos estatales y con el constante riesgo de desalojo.
Miembros del huerto explican que para regularizar su situación necesitan obtener personalidad jurídica y negociar un comodato con el dueño del terreno, el cual al momento de la entrevista, no conocían su nombre. «Pero los trámites son complejos y somos pocos; priorizamos trabajar la tierra», admiten. Ya han intentado avanzar con la Municipalidad presentando algunos documentos, pero al no ser un espacio público, las puertas para proyectos formales se cierran.
Mientras tanto, las opiniones de los vecinos se encuentran divididas entre algunos que denuncian la presencia de presuntos delincuentes que se refugian en el lugar y otros que lo valoran y reconocen como un espacio agradable donde las niñas y niños pueden aprender sobre cultivos, convivir y conectarse con la naturaleza.
Huertos cercanos han desaparecido por la realización de otros proyectos en el lugar mientras otros han logrado sobrevivir, según cuentan. «El Huerto Aukán ya no existe, porque se construyó un centro de salud. El Huerto Lumen y Ceibo aún funcionan pero esos son antiguos». La diferencia fundamental entre estos últimos y el Huerto Tierra y Libertad es que se encuentran en terrenos públicos, lo que facilita las posibles negociaciones y/o apoyos de las instituciones.
Por ahora, el terreno sigue en una situación incierta mientras el propietario no tome acciones para recuperar el lugar, lo que permite que las actividades continúen con la participación voluntaria de los vecinos, cuya convocatoria se hace a través de redes sociales o boca a boca.
Asimismo, además de organizar las jornadas de trabajo, también dan aviso cuando las cosechas están disponibles para que la comunidad pueda retirar frutas y verduras sin costo.
Romina Navia, integrante del grupo organizador de la huerta, señala que sin duda este es un lugar que requiere mucho cuidado y de la voluntad de los vecinos para funcionar. «Este es un proyecto colectivo que necesita de muchas manos. Ojalá, más vecinos se sumen y vengan a compartir y a colaborar. Nos juntamos todos los domingos a las 16:00 horas», cerró.
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