Denuncian hostigamiento laboral en Escuela San Gerónimo de Maipú

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Trabajadoras y ex trabajadoras de la Escuela de Lenguaje Nuestra Señora de San Gerónimo, ubicada en Maipú, vienen denunciando desde hace tiempo un hostigamiento laboral por parte de quienes ejercen el rol de directora y sostenedor del establecimiento.

Según señalan, si bien es una situación que vivieron o que llevan viviendo hace años, los canales formales de denuncia no han sido suficientes para acabar con la situación que han tenido que soportar, por lo que decidieron buscar otras alternativas.

Burlas, gritos, humillaciones e incluso insultos son algunas de las conductas que varios de los afectados que cumplen funciones en esta escuela describieron dentro de su testimonio.

Algunas continúan teniendo relación laboral con la institución, pero con una licencia psiquiátrica de por medio que las tiene alejadas momentáneamente de la escuela. Otras decidieron renunciar al empleo porque ya no aguantaban continuar trabajando a costa de exponer su salud mental. En todos los casos, se prefirió no dar nombres por temor a represalias.

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Escuelas Especiales de Lenguaje

Según el Ministerio de Educación, las Escuelas Especiales de Lenguaje «son establecimientos especializados de educación de párvulos cuya función es educar a niños y niñas entre 3 y 5 años 11 meses, en los niveles Medio Mayor, Primer Nivel de Transición y Segundo Nivel de transición diagnosticados con un Trastorno Específico de Lenguaje (TEL), exclusivamente, y que no estén recibiendo ningún tipo de atención educativa formal regular en otro establecimiento educacional».

Este tipo de escuelas no contempla a niños y niñas que presentan problemas de lenguaje asociados a pérdida auditiva, deficiencia mental, trastorno emocional, trastornos masivos del desarrollo, de privación socio afectivo ni por lesiones cerebrales evidentes, de acuerdo con lo que se detalla.

Para ingresar a una Escuela Especial, es necesario que el estudiante pase por un proceso de diagnóstico integral de acuerdo a lo establecido en el Decreto Supremo Nº 170, a partir del que se identifica el diagnóstico del estudiante y las necesidades de apoyo que presenta.

Escuela de Lenguaje Nuestra Señora de San Gerónimo

La Escuela San Gerónimo es una institución particular subvencionada. Se ubica cerca de Santa Elena con Avenida Sur y cuenta con los niveles de medio mayor a kínder. Es decir, tiene estudiantes de entre 3 y 5 años con 11 meses.

En total cuenta con treinta cursos, y tiene un máximo de quince estudiantes por sala, teniendo el establecimiento una capacidad total para 320 niños y niñas.

En el registro actualizado de «Directorios de establecimientos» que dispone el Mineduc es María Mercedes Pau Labbé la directora de la San Gerónimo. Sin embargo, quien ejerce este rol en el lugar es en realidad Ana Yarela Rojo Vega, que lleva ejerciendo aproximadamente tres años en esta escuela.

El sostenedor del establecimiento, por su parte, es Álvaro Aranda Pau, quien además es gerente general de la empresa que transporta en furgones a los estudiantes de la San Gerónimo: Transportes Pau.

Testimonios de hostigamiento y humillaciones

La primera alerta que recibió La Voz de Maipú sobre el hostigamiento laboral que habría en la Escuela San Gerónimo la dio una apoderada. El mensaje señalaba que el establecimiento tendría «bastantes irregularidades de parte del sostenedor y directora. Desde malos tratos hasta arreglos en el libro de asistencia de los niños al jardín».

Asimismo, añadió que el sostenedor tendría «malos tratos hacia la educadoras, ya que les grita, las margina, las denigra como persona. Hay varias profes con licencia por el mismo problema», agregando también que «las profesoras están obligadas a intervenir el libro de asistencia para no perder la subvención del Estado».

Lo anterior fue la puerta de entrada a una serie de otros testimonios de trabajadoras y ex trabajadoras que habrían vivido de cerca el hostigamiento laboral en la Escuela de Lenguaje Nuestra Señora de San Gerónimo.

En cada uno de los relatos recogidos se repitieron acusaciones similares, a veces casi idénticas, en contra tanto de la dirección como del sostenedor.

«Fui acosada laboralmente por la directora, que es una persona poco empática, con una actitud prepotente hacia el personal. Es muy rígida y no recibe ningún tipo de sugerencia», aseguró una de las voces que se atrevió a hablar. «He sido una de las víctimas, me empezó a acosar, a molestar en mi trabajo, a decir que yo lo hacía mal».

Una de las vivencias que la mayoría describe es que la situación de acoso por parte de Ana iba aumentando de manera paulatina. Al principio, los testimonios apuntan a que ella las felicitaba por su trabajo, pero de a poco comenzaba a mostrar otra faceta.

Tal como se adelantaba anteriormente, cuentan que las descalificaciones e insultos eran parte de las jornadas toda vez que, a juicio de la denunciada, las educadoras o técnicos estaban haciendo mal su trabajo, asegurando que ella misma era la única que trabajaba de manera eficiente y correcta.

«Nos llamaba a su oficina para ridiculizarnos, humillarlas. Nos daba instrucciones confusas para que nos equivocáramos y así poder continuar regañándolas por alguna u otra razón», señalaron, agregando que eso también solía generar conflictos entre las mismas trabajadoras. «Ella disfrutaba eso», asegura una de las denunciantes. «Muchas salíamos llorando de su oficina», declaró otra.

Pero no todo habría sido presencial. Aunque la mayoría de las degradaciones ocurrían en el establecimiento, según las denuncias, también acostumbraba a exponer los «errores» o hasta situaciones personales -como la razón de alguna licencia- en grupos de WhatsApp, donde habían otras docentes e incluso apoderados y apoderadas.

Las licencias fueron otro gran tema que se reiteraba en los testimonios recogidos. En primer lugar, comentaban que la mujer las hacía sentir incómodas cada vez que alguien tenía licencia. Lo mismo ocurría cuando pedían permiso para cuidar a sus hijos enfermos o para llevarlos al médico.

Muchas de las licencias estaban ligadas al estrés laboral que ella misma les habría generado, y de hecho, los testimonios dan cuenta de que las continuaba agobiando con temas de trabajo a través de WhatsApp o llamadas.

Según los relatos, eran varias las que estaban con licencias psiquiátricas, y no siempre se cubrían esos puestos de trabajo, por lo que había cursos que por meses no tuvieron profesora, y aquello se cubría con una o dos asistentes, cuando en realidad debería haber al menos una educadora diferencial y una asistente por curso. En ocasiones había tan poco personal disponible que incluso se habría repartido a los niños en otras salas.

«Esta escuela alberga a muchos niños haitianos y se aprovechan de eso, las mamás creen que es un favor que tengan a sus niños en la escuela, entonces no cuestionan nada. Si tu hijo está repartido en cualquier otra sala porque no hay profesoras, ellas no alegan», expresó una de las mujeres.

Y esa era una de las irregularidades que relataron las mujeres, porque también expusieron otras situaciones que incumplirían las normas. Por ejemplo, aseguraron que Ana las obligaba a poner asistencia completa todos los días, a pesar de que hubiese niños que ya hace meses hayan dejado de asistir.

En el proceso de admisión también apuntaron a que podría haber un caso de manipulación. Si bien los niños debían ser evaluados por fonoaudióloga y un pediatra, las trabajadoras aseguraron que mágicamente, en cosa de minutos, los certificados estaban timbrados.

Así, los testimonios apuntan a que debe usar timbres de manera ilegal, ya que estaría usando el timbre de una fonoaudióloga que ya no trabaja en la escuela y el de un pediatra al que las trabajadoras nunca han visto ahí.

Otra eventual irregularidad se ligaría al hecho de que ella les delegaría labores que no les corresponden. Por ejemplo, que las educadoras vayan a captar niños a la Plaza de Maipú en horario laboral, o que las asistentes vayan a comprarle cosas personas, como artículos farmacéuticos o café.

Si bien no todos los testimonios hablaron sobre el amedrentamiento del sostenedor del establecimiento, que también habría generado hostigamiento en las trabajadoras, una denunciante aseguró que le gritó con insultos, y que no sería primera vez que él protagoniza un episodio así. «Una vez llegó Carabineros y él tuvo que pedir disculpas», sostuvo.

«Él es terrible, mira a todas en menos», expuso otra, asegurando que él también ponía problemas cuando alguna quería ausentarse por razones «humanas», ya sea malestar propio o enfermedad en alguno de sus hijos.

Si bien hay algunas que ya no trabajan ahí, aseguran que aún siguen con secuelas por el hostigamiento laboral que vivieron en la Escuela San Gerónimo. Acusan tener baja autoestima y mucha inseguridad frente a sus labores profesionales o técnicas.

Hay otras que siguen desempeñándose en el establecimiento, pero expusieron lo difícil que es contener a los niños estando ellas tan mal emocionalmente.

Denuncias formales contra la escuela

Algunas de las mujeres que entregaron su testimonios aseguraron haber hecho una denuncia formal en la Mutual, otras en la Superintendencia de Educación y otras decidieron solamente dejar constancia en la Inspección del Trabajo.

Sobre las denuncias hechas en la Mutual, ninguna llegó a puerto, ya que a algunas les dijeron que se trataba de una enfermedad común y no algo laboral, y en otros casos aseguraron que extrañamente las llamadas se cortaban, como si no hubiese señal.

La Voz de Maipú realizó una solicitud de transparencia en la Superintendencia de Educación para ahondar en las denuncias contra la Escuela de Lenguaje Nuestra Señora de San Gerónimo, la cual se hizo considerando las denuncias existentes desde el 1 de enero del 2019 hasta el 9 de noviembre del 2022, día en que se ingresó el documento.

De las 18 denuncias que se han ingresado contra la escuela entre las fechas antes indicadas, 13 se relacionan a las denuncias hechas a La Voz por trabajadoras, ex trabajadoras y apoderadas.

3 son sobre maltrato o vulneración de derechos, 9 sobre la falta o ausencia de personal y una sobre incumplimiento de horas de clases o actividades.

De esas, aún hay investigaciones en curso, por lo que solo se tuvo acceso a 9 de ellas que ya fueron resueltas.

La denuncia relacionada a la falta o ausencia de personal fue hecha en 2020 y fue la única que se resolvió con una sanción, que constó de una multa de 51 UTM ($3 millones aproximadamente). Otras 6 que apuntaban a lo mismo fueron cerradas por inadmisibilidad por duplicidad de denuncia.

Las dos denuncias restantes se relacionan con el incumplimiento de obligaciones laborales y fueron cerradas por «desistimiento administrativo» -que no se entregaron todos los antecedentes-.

La Voz de Maipú trató de contactarse con la dirección de la escuela en cuestión para tener su versión de los hechos. Al cierre de esta edición, no se recibió respuesta.

¿Qué opciones legales hay tras ser víctima de hostigamiento laboral?

Sergio Gamonal, abogado que ha desarrollado su trabajo como académico en el derecho del trabajo en la U. Adolfo Ibáñez, señala que «el acoso laboral, o mobbing como también se le llama, es una persecución que se produce respecto de una persona en una empresa, que puede ser perfectamente un colegio», explicó Gamonal.

Este mobbing puede existir «ya sea para que esta persona pase un mal rato, o para que renuncie, o para que esté con estrés o con ánimo de dañar… Aunque el ánimo aquí no es relevante, lo importante son los hechos», puntualizó el profesional.

Sobre las opciones que hay frente a un acoso laboral, el licenciado en ciencias jurídicas y sociales por la Universidad de Chile detalló que existen cuatro caminos:

«Si en el colegio o la institución se ha establecido algún mecanismo de denuncia en el reglamento interno, lo primero que se puede hacer es ocupar ese mecanismo», aunque explicó que «no es obligatorio para la empresa contemplar este mecanismo, a diferencia de un caso de acoso sexual».

De todas formas, aclaró que si quien acosa es el empleador o el dueño, esta vía no sirve de mucho porque es un procedimiento interno.

La segunda opción que expuso el docente es «ir a la Dirección del Trabajo a hacer una denuncia. Eso implica que la inspección va y fiscaliza». Este procedimiento podría terminar incluso con una sanción o multa contra el denunciado.

De todas formas, la denuncia en la DT «tiene como contrapartida todas las represalias después». En este sentido, el profesional habló sobre el costo que puede llegar a tener un reclamo, aclarando que no lo menciona para que no se haga la denuncia, sino que es importante tenerlo en consideración.

Una tercera vía ante el acoso laboral es la de hacer un juicio. «Demandar, sin que termine el contrato, al colegio por procedimiento o tutela de derechos fundamentales, artículo 485 del código del trabajo«, expresó.

Esta última opción debe llevarse a cabo con un abogado en un juicio laboral, donde se debe probar el daño moral. Por lo mismo, el abogado explica la importancia de adjuntar, por ejemplo, informes psicológicos o acreditaciones que den cuenta de que la persona tenga una depresión por estrés laboral.

En cuanto a las pruebas para demostrar el acoso, el abogado aseguró que «lo que es WhatsApp está plenamente aceptado como prueba, las grabaciones de WhatsApp también. Uno no puede interceptar comunicaciones privadas, pero si uno es el receptor de la comunicación, sí la puede dar a conocer».

La cuarta opción «es demandar tutela de derechos fundamentales con el artículo 489 junto con el artículo 171 del código del trabajo, poniendo término al contrato por despido indirecto y violación de derechos fundamentales».

Finalmente, el académico Gamonal aseguró pensar que «el mejor remedio para esto es el sindicalismo, pero los sindicatos en Chile están medios desaparecidos. Si hubiera sindicato en el colegio, los directores sindicales pueden hacer el reclamo a la DT, pueden defender a la víctima porque tienen fuero, pueden armar un pequeño escandalillo ya que cuentan con algo de poder». 

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