Uno de los aspectos que resulta más interesante de la Batalla de Maipú son las armas -tanto de fuego como armas blancas- que usó el ejército liderado por José de San Martín.
En una época donde las guerras y enfrentamientos eran, en su mayoría, cuerpo a cuerpo en un territorio determinado, los «Valles del Maipo» fueron testigos del combate más importante en la historia independentista de Chile y el comienzo de las guerras de la independencia en la región.
Es por esto, que haremos un repaso al armamento que utilizaron los personajes más relevantes de la Batalla de Maipú.
Todo lo narrado a continuación, se puede encontrar en la exposición de la Batalla de Maipú del Museo del Carmen de Maipú, ubicado a un costado del Templo Votivo por Camino a Rinconada.
El sable corvo de José de San Martín
Esta arma fue adquirida por José de San Martín durante su estancia en Londres, lugar al que llegó tras permanecer en España y que sería su última parada antes de regresar a Sudamérica.
Esta arma tiene un origen árabe y del imperio otomano. Al momento de desarrollarse las guerras de la independencia, era una de las armas blancas orientales de moda entre los militares ingleses y europeos.
«El sable posee una hoja de acero de Damasco, de aproximadamente 100 años de antigüedad al momento de ser adquirido. Lo que caracteriza al acero de Damasco es su calidad, filo, resistencia y ligereza. La empuñadura es de madera de ébano y su vaina está recubierta en cuero y bronce. Se cree que San Martín habría sido el primero en introducir este tipo de arma en América del Sur, y según su propia declaración, el sable lo acompañaría en toda la guerra por la Independencia de América del Sur», señala el Museo Histórico Nacional de Argentina.

Según destaca el Museo del Carmen en la descripción del arma, el general argentino armó a todo su regimiento «Granaderos» con este tipo de espada, ya que la consideraba ideal para los enfrentamientos de carga de caballería.

El ceñir de modelo francés de O’Higgins
Bernardo O’Higgins, quien llegó junto a miles de hombres en la recta final de la batalla, fue fundamental en el impulso anímico y el refresco de las tropas para sentenciar el triunfo del ejército patriota.
Junto a él, un ceñir modelo francés lo acompañó durante la expedición a Maipú. Pese a que utilizó variedad de espadas, el Museo Del Carmen recibió una réplica de la espada utilizada por el general aquel 5 de abril de 1818.
«Espada de ceñir modelo francés con guarnición de bronce dorado y empuñadura cubierta con dos placas de nácar. En el pomo de esta espada aparece la figura de un rostro femenino con yelmo, posiblemente la diosa atenea que representa la sabiduría», explica la descripción del museo.

Armamento del Ejército Patriota
Dentro de lo más destacado que se puede mencionar son los sables de caballería que llevó durante este enfrentamiento la división «Granaderos» de San Martín, ya que ellos priorizaban el combate sobre el caballo y este tipo de espada que, como se explicó anteriormente, beneficiaban este tipo de enfrentamiento.
Igualmente, se usaron armas de fuego durante el combate, pero la demora en la carga de los fusiles hacía que su uso fuera poco útil durante el desarrollo de la batalla. Para resolver esto, se le instalaron Bayonetas (arma blanca para luchar cuerpo a cuerpo) en la parte superior del cañón.
También se destacan los 21 cañones con los que contó el Ejército Patriota para la batalla, ya que estos tenían la capacidad de lanzar proyectiles hasta una distancia similar a 7 canchas de fútbol.
Pesaban lo mismo que 5 hombres y se necesitaba la coordinación de 6 de estos para poder lanzar un proyectil. El modelo que se muestra en la imagen, conocido como «El Republicano», podía lanzar hasta 2.500 balas sin riesgo a que explote.

Usaban sacos de pólvora, los cuales fueron confeccionados y cocidos por las mujeres reclutadas por Fray Beltrán y Manuel Rodríguez.
La forma correcta de usarlo era poniendo el saco dentro de la culata del cañón, para después perforar el saco dentro (esto se hacía para facilitar la combustión). Acto seguido, se cargaba y se le agregaba pólvora fina para sellar. El último paso era apuntar y prender la mecha.


La labor de estas armas fueron fundamentales para que el ejército de San Martín pudiera desestabilizar las filas de Mariano Osorio, Primo de Rivera y el ejército realista en general.
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