La última novela de Umberto Eco: «Número Cero», un manual de periodismo

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Este año se cumplen cinco años desde la muerte del escritor italiano Umberto Eco (sic). Semiólogo, filósofo y narrador italiano, vivió entre los años 1932 y 2016. Fue profesor de la universidad de Bolonia y autor de numerosos ensayos y novelas. La primera que lo consagró como narrador, en 1980, fue el Nombre de la rosa, llevada al cine con gran éxito. Por otro lado, la última narración publicada fue Número cero, un año antes de su fallecimiento.

Eco, como novelista, acostumbró a sus lectores a la desconfianza de los entornos cotidianos y de las apariencias. El nombre de la rosaEl péndulo de FoucaultBaudulinoEl cementerio de Praga, entre otras, son narraciones donde priman espacios de oscuridad y conspiraciones. Número Cero (Lumen, 2015), no es la excepción.

La novela presenta lo que está debajo de un proyecto editorial, tanto en las motivaciones para su inicio, como en las concepciones del periodismo que los personajes explican y discuten. La trama narrativa conduce al lector a la desconfianza de la realidad y a la suspicacia de las “verdades objetivas” de los medios de comunicación.

La acción transcurre en Milán, en el año 1992, y gira en torno a la planificación de una próxima publicación periodística, encargada por un misterioso “commendadore”. Este personaje quiere ampliar sus redes de influencia, provocando temor a quienes se puedan ver afectados por este nuevo medio. Únicamente le interesa que se elabore el “número cero” de cada mes, con muy pocos ejemplares, solo para mostrarlos a determinadas personas. Espera que la petición de no publicar ciertos contenidos, por parte de los lectores escogidos,  le permita ser aceptado en los círculos de poder a los que desea acceder.

El director contratado por el enigmático financista del Domani -nombre elegido para el nuevo medio-, reúne a un grupo de redactores para empezar a dar forma al encargo. Busca, también, a un escritor frustrado para que escriba una novela donde narre el desarrollo de la creación del periódico que nunca sería publicado. Comparte con él sus sospechas y lo presenta como su asistente.

El proceso creativo de la publicación genera diversas discusiones para enfrentar cada una de las tareas. Estos son los momentos que el director y su asistente aprovechan para entregar sus opiniones y normas de lo que debe ser el periodismo. 

 “No son las noticias las que hacen el periódico, sino el periódico el que hace las noticias”,

“En lugar de pregonar datos que alguien podría cotejar, siempre es mejor limitarse a insinuar”.

“Limítese a los horóscopos optimistas, a la gente no le gusta que le digan que el mes que viene morirá de cáncer. Construya previsiones en que le vaya bien a todo el mundo”.

“Tengan en cuenta que hoy en día, para rebatir una acusación, no es necesario probar lo contrario, basta deslegitimar al acusador”.

 “Las noticias no es necesario inventarlas, basta con reciclarlas. La gente tiene una memoria corta”.

“Los periódicos enseñan a la gente cómo debe pensar. (…) Al principio no saben qué tendencia tiene, luego nosotros se lo decimos y entonces la gente se da cuenta de que la tiene”.

Estos y otros consejos se ponen en práctica durante el transcurso de la creación del nuevo medio  escrito. Estos “principios” son los que permiten al periodista y escritor italiano Roberto Saviano señalar que Número cero es “un manual de la comunicación de nuestros días”.

Después de confusas y misteriosas situaciones y de la enigmática muerte de uno de los redactores, se precipita el fin del proyecto. Los participantes del equipo se atemorizan, huyen y dejan inconcluso el numero cero del Domani.

Al final, cada uno busca la mejor forma de adaptarse al medio hostil del que arrancaron. El escritor frustrado -el personaje que debía narrar el proceso de creación del periódico- reflexiona cínicamente: “Si matan a alguien importante, funerales de Estado. Nosotros quedémonos fuera de estos juegos. (…) La vida es llevadera, basta conformarse. Mañana será otro día…”.

La novela Número cero es una buena oportunidad para leer literatura de calidad, sobre todo en estos días de confinamiento y de incertezas. También para comprender, un poco más, cómo los medios de comunicación manipulan la realidad.

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