¿Mes de la Fotografía, Mes de la Solidaridad? ¿Existe algo en común en estas celebraciones, además de agosto? ¿Hay algún hecho, persona o institución que pueda ser el nexo entre estos ámbitos? A primera vista, pareciera que no. Sin embargo, sí hay algo que permite unir ambas celebraciones.
El Mes de la Fotografía se celebra en agosto desde el año 2010, por iniciativa del fotógrafo australiano Korske Ara. Recuerda el día en que Louis Jacques Daguerre presentó un procedimiento para fijar imágenes en una placa de cobre, ante la Academia de Ciencias de Francia. Aunque existen varias controversias, se acepta que esa exhibición fue el 19 de agosto de 1839.
A partir de esa fecha, la fotografía se transformó en la memoria visual que permite comprender las historias de personas, familias y comunidades. Además de registrar la belleza y de crearla por sí misma a través de un lenguaje visual propio, adquirió el rol de testigo que fija en el tiempo una parte de la realidad. Es un arte que denuncia y muestra lo que es molesto y que no se quiere ver. A través de la imagen fotográfica somos capaces de conocer lo que está más allá de nosotros mismos.
La fotografía, sin embargo, es solo un medio. Son los fotógrafos los que se comprometen con la realidad que quieren destacar o recrear. Desde sus propias convicciones eligen motivos, oportunidades y composición. No importa si registran escenas familiares, grandes acontecimientos, paisajes o retratos de famosos, siempre hay una decisión del que aprieta el obturador o toca la pantalla del celular. Uno de esos artistas fue Sergio Larraín, el fotógrafo chileno más reconocido en el mundo.
En la biografía de este artista, el único chileno que ha integrado la Agencia Magnum, hay un momento en que se vincula con el “Hogar de Cristo”, la obra fundada por el sacerdote jesuita Alberto Hurtado Cruchaga, hoy santo de la Iglesia Católica.
Ese religioso, en su labor social y en sus escritos, se comprometió con quienes sufrían injusticia y abandono. Trabajó incansablemente para devolver la dignidad a los niños que vivían bajo los puentes del río Mapocho e impulsó la construcción de un país justo y solidario. Fundó el Hogar de Cristo para entregar “pan, techo y abrigo” a los más pobres y excluidos. La fecha de su muerte, 18 de agosto de 1952, originó el Día Nacional de la Solidaridad, instaurado por el Congreso Nacional, en 1994.
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Los encargados de la obra creada por el P. Hurtado pidieron a Sergio Larraín, en 1953, la realización de fotografías que mostraran la pobreza y el abandono de los niños vulnerables. El fotógrafo había regresado a Chile solo dos años antes, después de estudiar en Estados Unidos y de viajar por varios países y se había dedicado a realizar series de fotografía social. El encargo fue registrar imágenes que conmovieran e impactaran. El resultado fue la muestra “Niños de la calle”, donde retrató, con una particular estética, la desolación y la miseria infantil. Registró fragmentos de la vida de Chile -invisibles para algunos- que reclamaban dignidad y empatía. Esas obras todavía tienen vigencia como documentos de una realidad desconocida para muchos.
¿Qué tienen en común el Mes de la Fotografía con el de la Solidaridad?
Esta fue la pregunta inicial de esta columna. La respuesta está en cada uno de los retratos de esos niños de la calle. En ellos dialogan el arte fotográfico con el compromiso social y la solidaridad. Por una parte, el lenguaje de las imágenes que transmite emociones y fijan “el instante eterno”; por otra, el contenido y la revelación de la precariedad producida por la injusticia. Sergio Larraín logra visibilizar la pobreza y miseria que Alberto Hurtado había querido terminar unos pocos años antes.
Por eso, en agosto es posible festejar a la fotografía y a la solidaridad. Larraín es el nexo entre estos dos términos, especialmente cuando se cumplen 90 años de su natalicio (1931-2012) y 120 del santo jesuita (1901-1952).
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