Era medio día del pasado 20 de marzo y Nataly Catrilaf Montonao sintió que las constracciones eran diferentes a las anteriores. Llegó rápidamente a la sección de urgencias de maternidad del Hospital El Carmen (HEC) y, según recuerda, el calvario comenzó de inmediato.
«Llegué con 2 de dilatación, me tomaron los signos vitales y me dijeron que tenía que quedarme hospitalizada. Mientras esperaba en la sala de parto reventé bolsa, pero estuve más de 30 minutos esperando, de pie, hasta que me dijeron que había una sala disponible», comienza relatando la vecina.
La trasladaron, entonces, y la instrucción era clara: debía llegar a los 10 centímetros de dilatación para proceder con el parto, algo que no sucedió hasta las 3 de la madrugada. Fueron 14 horas de espera donde recibía una y otra vez la visita de un matrón o matrona de turno para verificar y «ayudar» a alzanzar los famosos 10 centímetros.
«Empezó el trabajo de parto, pero a las 3:30 horas aún no podían sacar a mi bebé. Entonces pedí que me hicieran una cesárea y me lo negaron«, asegura Nataly, quien a esas alturas habría comenzado a sufrir una taquicardia producto de la alteración en los signos vitales.
«Tuvieron que llamar al Dr. Stuardo que se demoró 15 minutos en llegar a la sala más otros 5 minutos que demoró en ponerse su traje, lo que con mucha calma hizo», continúa. Ya eran cerca de las 4 de la madrugada.
En aquella sala del HEC, rodeada de varios doctores y ayudantes, cual de todos con más cara de preocupación, según recuerda, Stuardo dio las indicaciones menos preferidas por la madre: usar fórceps.
«Volví a pedir que me hicieran una cesárea y me lo volvieron a negar. El doctor usó de todas formas los fórceps y sacó a mi hija con mi corazón a 190 latidos por minuto. Giselle nació a las 4:24 horas del 21 de marzo», señala la vecina con la imagen aún vívida en su mente.
Alcanzó a tenerla menos de 2 minutos entre sus brazos y se la quitaron. Con gran preocupación Nataly notó que su bebé dejó de llorar mientras la estaban limpiando y cuando preguntó qué pasaba le respondieron que ‘todo estaba bien’.
«Mis signos vitales empezaron a bajar abruptamente. Las personas de neonatología se llevaron a Giselle y mi pareja fue detrás para ver donde iba a quedar, y estaban aún poniéndome los puntos cuando él regresó, lo miré y noté que empecé a perder la conciencia. Se me cerraban los ojos mientras escuchaba que el matrón le decía a mi pareja que me hablara y no dejara que me durmiera», detalla la mujer. Después se enteraría que le habían pasado a llevar una arteria y se estaba desangrando.
De acuerdo con el relato de Nataly, ya eran más de las 5 de la mañana cuando llamaron nuevamente al Dr. Stuardo para que terminara de saturarla, mientras se le daba un diagnóstico de anemia producto de la pérdida de sangre. Creyó que todo había terminado al fin, pero estaba equivocada.
«Un poco más tarde, mi pareja volvió a neonatología a ver a nuestra hija y el Dr. Sáez le dice que la niña sufrió una asfixia neonatal producto de que se demoraron mucho en sacarme a mi hija, además de una hemorragia intracraneana producto del fórceps y un shock refractario«.
«Cables de pie a cabeza»
La recién nacida fue mantenida en una encubadora en frío, con ventilador mecánico y cables de pie a cabeza, según lo evidenció la pareja de Nataly. Durante esa misma jornada, el Dr. Sáez le dijo que la bebé supuestamente había evolucionado bien y se estimaba que el jueves volvería a respirar por sí sola.
«Pero en horas de la madrugada llegaron a mi pieza y me pidieron el número de mi pareja urgentemente. Me dicen que me vista y que me van a bajar a neonatología para ver a mi hija. Yo no entendía nada», cuenta la mujer, recordando los nerviosa que estaba.
«Cuando llegué, el doctor de turno me dice que mi hija sufrió un paro cardíaco y que la están reanimando».
Mientras visualizaba con impotencia todo el procedimiento sentada en una silla de ruedas, sin poder hacer nada, llegó su pareja. «Nuestra hija falleció de un paro cardíaco el 22 de marzo a las 3:07 de la madrugada».
«Mi bella hija falleció por culpa de unos doctores sin vocación. A mi hija me la mataron unas personas que me negaron hacer una cesárea de urgencia. Por culpa de ellos perdí a mi hija que con tantas ansias esperábamos. Solo quiero justicia por la violencia obstétrica que viví y por mi hija, que me la mataron«, sentenció.
HEC responde
La Voz consultó al Hospital El Carmen (HEC) sobre los hechos denunciados, tras lo cual, junto con lamentar lo sucedido, aseguraron que el Departamento de Calidad y Seguridad del Paciente «realizó un análisis inmediato del caso».
«Ante los hechos acontecidos, que derivan en el fallecimiento de una bebé de sexo femenino, se evaluó paso por paso la atención entregada, y se revisó cada procedimiento junto al Departamento de Gestión de Matronería y Ginecología», es parte de lo que señalan.
En la misma línea, agregan que «se instruyó una auditoría clínica para revisar el cumplimiento de los protocolos aplicados en el proceso de atención. Según consta en ficha clínica, la paciente ingresa a Urgencia con criterio de hospitalización por encontrarse en trabajo de parto. Luego fue derivada a la sala de Servicio de Atención Integral del Parto (SAIP) donde fue continuamente monitorizada».
En relación a la negativa de realizar una cesárea, tal como había sido solicitado por la madre afectada, indican desde su versión que esta «representaba mayor riesgo», y aunque ya se habrían tomado todas las medidas administrativas pertinentes tras lo ocurrido, la dirección del Hospital El Carmen (HEC) instruyó una investigación sumaria «tanto para esclarecer los hechos, como también para mejorar cada uno de los procesos».
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