Antes de recorrer Maipú acompañando a un Tomás Vodanovic que buscaba la forma de encausar una precandidatura a Alcalde, Nicolás Jara transitó un camino de dudas vocacionales y tomó decisiones que lo fueron metiendo en la política. Decisiones que hoy lo tienen haciendo campaña para ser Consejero Regional. Pero la historia comienza antes.
Hoy, cuando decidió que su lugar para aportarle a las vecinas de Maipú, Cerrillos y Estación Central está en el Consejo Regional Metropolitano, tuvo que cruzar la vereda desde un perfil técnico y político hacía los gajes del oficio que involucran el ser candidato a algo.
Hoy, vestido de candidato Jara mira atrás. “¿Cómo terminé siendo candidato?” se pregunta y la respuesta la encuentra en el pasado. Es que la historia de Nicolás Jara es una que se repite por miles en Maipú. Vecino de Rafael Riesco con Vespucio, fue criado por su abuela. Sus papás, profesores, trabajaban para sacar a la familia adelante. Él estudiaba en el Alberto Pérez y luego en el Salesianos de la Alameda. De ahí dio la prueba y quedó en trabajo social en la Universidad Católica.
En la Universidad participó en Servicio País, una iniciativa que conecta a estudiantes universitarios con comunidades con necesidades. También trabajó en un CESFAM en Pudahuel. Ambas experiencias le mostraron que existen distintos caminos para marcar diferencias y construir mejores sociedades.
En el CESFAM le tocó atender “a mucha gente con temas muy personales, como drogadicción y alcoholismo, había que hacer un trabajo muy individual, uno a uno, y siempre yo me encontraba dando respuestas desde ámbitos más macro. Tipo si la persona viene acá, está mal, está sin nada en la casa, no le llega suficiente luz, no tiene un área verde de calidad para poder salir, se están agarrando a balazos, entonces siempre para llegar a soluciones habían cosas más grandes de las que yo estaba viendo”, señala.
La política como herramienta para cambiar realidades
Enfrentado a un ejercicio de repaso vital, Jara indica que participó en el Centro de Alumnos del Salesianos y que una vez en la UC, integró la directiva de su carrera. El bicho de la política estaba ahí. Jara acumulaba varios voluntariados y miraba con interés el dar un próximo paso. Pero dudaba. Veía la política como un ejercicio de personas que vienen de otros mundos. “La veía como un tema de estudiantes más ABC1”, sostiene.
Entremedio estudiaba ramos ligados a la sociología, que lo llevaron a pensar la sociedad y sus problemas desde el lado social. En los pasillos de la UC pasaban cosas y transitaban estudiantes con sueños: Giorgio Jackson, Rodrigo Echecopar, Noam Titelman, entre otros, comenzaban a convertirse en rostros de luchas por la educación.
El 2016 Jara decidió militar. Fue en la Quinta Normal que llegó a una reunión de un partido que buscaba firmas para disputar poder: Revolución Democrática. Escuchó discursos, vio el proyecto y todo le hizo sentido. No había sede, ni diputados. Habían ideas y la necesidad de constituirse y salió a pedir firmas.
Sobre la idea de militar en RD hoy dice: “Me interesaba formarme y entré con un ánimo genuino de hacer eso, nunca de liderar ni nada. Creía que eso era lo que había que hacer. Pero después del 2011, donde nos movilizamos hasta más no poder, nos agotamos con todo, parecía ser que no había que quedarse solamente en los movimientos sociales, sino que había que entrar y disputar al sistema político como tal, disputarle a estos vejetes que están ahí hace mil años; que no bastaba con estar desde afuera, sino que había que entrar”.
De ahí en adelante, todo se dio de forma rápida. Su trabajo en el consultorio lo compatibilizaba con la militancia. De la pega a la política. De los casos individuales a un trabajo colectivo donde soñaba con correr los límites de lo posible.
El 22 de junio de 2016 RD se constituyó como partido y decidieron disputar las elecciones. En Maipú le pidieron que se hiciera cargo del movimiento. No sacaron ni siquiera un concejal, pero Jara en lo que podría verse como un fracaso, ve aprendizaje.
Hoy reconoce que haciendo campaña aprendieron a cómo hacerlas. A manejar las tensiones y la importancia de dialogar. En las municipales en Maipú las cosas no se dieron, pero consiguieron diputados. Pablo Vidal fue electo por el distrito y Jara fue invitado a integrar la diputación.
Perfilar a Tomás Vodanovic para disputarle el Municipio a Cathy Barriga
Al equipo de Pablo Vidal llegó como territorial y ahí conoció al Jefe Territorial del diputado: un joven alto y espigado llamado Tomás Vodanovic. Jara cuenta que ese trabajo tuvo de dulce y agraz. Las municipales 2016 habían coronado a Cathy Barriga como alcaldesa de Maipú.
“Como vecino de Maipú sufrí ese gobierno comunal. Desde el parlamento redactábamos oficios, pidiendo que fiscalizaran irregularidades. Pero no pasaba nada”, cuenta.
El estallido social los encontró en la sede de Pablo Vidal. “Yo creo que el estallido social fue complejo para el Frente Amplio, porque nosotros nos criamos con todo ese sentimiento que sentíamos que representábamos los dolores de amplias partes de la población del país. Y de pronto ocurre el estallido, que nadie vio venir, entre comillas y un poco fue como, bueno, ¿dónde quedamos nosotros? Porque ahora son como las personas contra todos los partidos, da lo mismo en donde estés”, analiza.
Jara fue uno de los que por años se preguntó dónde estaban los límites de una sociedad que soporta y soportó niveles de desigualdad muy amplios. No imaginó que sería así. Hoy, en retrospectiva cree que el estallido ordenó al Frente Amplio. “Aprendimos que no bastaba declarar ser la voz de la gente, había que ganarse ese derecho”, dice.
Meses antes del estallido la diputación había acordado levantar un candidato que disputara la alcaldía de Maipú. No sabían cómo la centro izquierda definiría el nombre, pero había que posicionar a alguien. El nombre de Tomás Vodanovic concitaba apoyos internos. Entre medio, el estallido. ¿El resultado? crispación política.
Jara fue uno de los que por años se preguntó dónde estaban los límites de una sociedad que soporta y soportó niveles de desigualdad muy amplios. No imaginó que sería así. Hoy, en retrospectiva cree que el estallido ordenó al Frente Amplio. “Aprendimos que no bastaba declarar ser la voz de la gente, había que ganarse ese derecho”, dice.
Hoy Jara recuerda que una vez fueron a 4 álamos en diciembre de 2019. Iban a participar en una actividad. Y de pronto los estaban grabando y gritando. “Nos ofrecieron hasta patás en la raja. Salimos de ahí y caminamos a Primera Transversal. Éramos Tomás y yo y nos miramos como diciéndonos ¿qué cresta acaba de pasar?. Asumo que ambos estábamos asustados”.
De 4 Álamos -recuerda Nicolás Jara- se fueron a una actividad en Las Rejas. Ahí contaron lo que les había pasado. Entre compañeras y compañeros les subieron el ánimo.
Ese episodio los marcó. La lectura que hacían es que no estaba el horno para bollos. Y la idea de perfilar a Vodanovic quedó en pausa.
Pandemia: Cambian las necesidades
En medio de la pandemia, Jara ya no estaba en la diputación de Vidal. Pero vio cómo el hambre arreciaba y cómo la organización social hacía frente a una situación inédita. En ese tiempo Vodanovic se dedicó a repartir balones de gas para ayudar a las vecinas y vecinos. “No era en plan electoral. La candidatura había quedado en el congelador”, aclara Jara.
Tras la pandemia, Jara cuenta que vieron que había espacio para disputar. Asumió como jefe de campaña de Vodanovic en las primarias del sector, y las ganaron. Luego en las elecciones municipales, nuevamente fue el jefe de la campaña. “Era una campaña con muy pocos recursos, pero con la convicción que podíamos marcar diferencias. Que Maipú no aguantaba 4 años más con Barriga”.
Dejaron los pies en la calle. El día del triunfo Jara cuenta que sintió una felicidad enorme. “Conozco a Tomás y sabía que haría una gestión llena de convicción y con probidad. No me equivoqué”, señala.
Otra cosa es gobernar
Conocedores del proceso de instalación de Vodanovic en la alcaldía de Maipú indican que Jara, al haber sido jefe de campaña y uno de los que apostó por Vodanovic cuando el triunfo era improbable, podría haber pedido un cargo con jineta.
“Nicolás Jara es ejemplo de servicio público por vocación. No aspiró nunca a mandar, sino que entró a la SECPLA, en un proceso donde pudo aprender de municipalismo y ser útil al proyecto político”, declara un testigo de la instalación.
Al igual que cuando renunció a la diputación de Vidal, hoy Jara ya no está en el municipio de Maipú. En su camino por la política se enamoró de la idea que varios de los males que nos aquejan como sociedad, pasan por construir mejores ciudades y barrios. El gobierno regional es la meta y para ello no está solo.
“Ahora soy candidato y me he esforzado por hacerlo bien. La campaña es similar a la que hicimos con Tomás. Dejar los pies en la calle, escuchar a las personas y ofrecer un trabajo serio y probo, siempre pensando en la gente y sus necesidades”, explica.
Al cierre de la conversación Jara sonríe. El contar su trayectoria hace que las cosas -de pronto- tengan más sentido. “Creo que nos irá bien en la candidatura. Me he sentido super apoyado por Tomás y el equipo que construyó”, recalca. Dice que está listo para el desafío y que pase lo que pase, está con la tranquilidad de haber hecho las cosas bien.
“¿Por qué no pediste al momento del triunfo ser jefe de gabinete o DIDECO?”, le preguntamos.
“Porque uno tiene que reconocer donde puede sumar más y mejor al proyecto colectivo que es el Frente Amplio”, responde.
¿Y desde el Gobierno Regional crees que puedes sumar?, le contrapreguntamos.
“No sólo lo creo, estoy seguro que así será”, nos dice mientras nos regala una sonrisa. Una sonrisa de candidato a algo.
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