La autotutela es una forma primitiva de solución de conflictos jurídicos que consistía, en términos simples, en hacer justicia por sus propias manos. De esta manera, la ley era impuesta por el “más fuerte”, ya sea por poder, vigor, inteligencia, etc., lo cual claramente se aleja del concepto de justicia al crear una desigualdad y parcialidad en la solución de los problemas entre los ciudadanos.
Lo que viene a suplir esta creación de espacios de desigualdad son los tribunales de justicia, los cuales son los llamados a resolver acerca de la inocencia o condena de un imputado en materia criminal, que es lo que nos importa hoy.
En sede penal, la autotutela es la peor perversión del sistema. Pero ha sido un mecanismo que ha sido impulsado soterradamente por los medios de comunicación y algunos políticos como una forma de resarcir a las víctimas, ya que crea la sensación de que la justicia dejaría siempre libres a los delincuentes. Esta caricatura creada en torno a los tribunales como una “puerta giratoria” es una amenaza al Estado de Derecho, en términos de transgredir la normas más básicas de derechos humanos, como lo es la dignidad de cualquier ser humano.
En los últimos años, hemos visto ciudadanos festinando con las llamadas detenciones ciudadanas, donde se tortura a un supuesto “delincuente” a la vista de todas las personas, siendo el cuerpo del “delincuente” una forma de castigo que reestablecería el reino del derecho y a justicia. Así también, hemos visto la discusión en torno a los vecinos de San Bernardo, quienes siendo víctimas de un portonazo, persiguieron al supuesto delincuente dándole muerte, siendo que ya no significaba un peligro para ellos, no configurando una legítima defensa. Esta situación generó una discusión pública, donde las redes sociales se plagaron del “soy un peligro para la sociedad” como una forma de defender a estas víctimas que habían osado tomar justicia por sus propias manos.
Si bien la delincuencia es un problema, la defensa ciudadana por medio de la autotutela puede derivar en crímenes atroces como el ocurrido en Temuco. Donde un niño sospechoso de haber violado a una niña de cinco años, fue sometido a torturas por doce horas hasta darle muerte. Ya al día después, se acreditó que la menor nunca había sido violada, por lo cual la crueldad que sufrió el menor parece que surge sólo como una mera equivocación
Estamos en una etapa social compleja, ya que existe una concientización del ciudadano que frente a un delito los tribunales no harán nada, por lo cual debemos crear justicia de forma directa, mediante el castigo físico directo, como una forma de condenar y hacer sufrir al delincuente por sus “pecados”, siendo su tormento un ejemplo para quien osé vulnerar la propiedad, libertad, vida, de sus connacionales.
Hay que entrar en alerta, porque la discusión pública no se ha dado cuenta donde podemos llegar con estos discursos de odio, ya sea delincuente, inmigrante, etc., que pueden crear un sistema social donde todos en el futuro podemos ser víctimas del tribunal público, sólo por ser sospechosos. Lamentablemente, sabemos de dónde vienen siempre los sospechosos, lo cual suma una mayor marginación y discriminación a los mismos de siempre, de lo cual, todos somos responsables.
Por Rafael Ferrada – Abogado.
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