Uno de los mantras que más se repite en política es que “en política no hay muertos”. Quienes se repiten la frase, suelen coronarla con “se han visto muertos cargando adobes”. Y tienen razón. De hecho, asumo que Christian Vittori se lo repite a menudo.
La evidencia indica que algunos y algunas que se dieron por muertos, luego renacen. O se convierten en Presidentes. ¿Se acuerdan de un Gabriel Boric sentado en un banco luego de ser rociado con cerveza?.
“Nanai Boric dance, parece que no sólo no está juntando las firmas sino que la gente se está desinscribiendo de su campaña (…) la gente no los quiere, váyanse para la casa”, decía el 6 de mayo de 2021, en una perfomance Pamela Jiles burlándose de quien 7 meses después se convertiría en Presidente de Chile con 4.620.890 votos.
Christian Vittori (o ese hombre ya está muerto, no más no le han avisado)
La carrera política de Christian Manuel Vittori Muñoz es meteórica. De ser uno de los tantos democratacristianos acomodados por el exAlcalde Hermán Silva en el Municipio de Maipú, pasó a ser concejal de la comuna, para luego ganar unas primarias y convertirse en alcalde.
El denominado “Caso Basura” donde la fiscalía lo acusó por haber recibido dineros de una licitación en sus tiempos de concejal, entre otras cosas, hizo que su gobierno local se descarrilara.
En junio de 2015 pedían que la DC lo expulsara de sus filas y finalmente las municipales de 2016 las enfrentó como independiente, perdiendo por pocos votos contra Cathy Barriga.
Con un juicio que prolongó por años, donde finalmente fue declarado inocente, Vittori ha iniciado una cruzada intentando volver a la primera línea política.
Christian Vittori, el heredero de un Maipú en vías de extinción
La dinámica es simple para quienes seguimos de cerca la política local. Anclado en un grupo de dirigencias sociales fieles y que añoran el trato que les dio cuando era Alcalde de Maipú, Vittori intenta mantenerse vigente.
Lo hace con gracia y astucia. Tiene montada una estructura donde realiza celebraciones y conmemoraciones paralelas a las del Municipio de Maipú.
Por ejemplo, viene el día del dirigente social, y Tomás Vodanovic organiza una celebración en el Teatro Municipal. Celebración muy alejada en términos económicos de las que hacía Vittori, o Undurraga. Incluso Barriga.
En esa misma fecha, Vittori realiza una tallarinata dónde discursea cual autoridad. Se emociona. Cuenta que fue abuelo. Repite el mantra de que la justicia lo declaró inocente. Todo se corona con los aplausos de los fieles que le quedan.
Nadie sabe quién financia las actividades. El sostenedor de los colegios Alberto Widmer, suele ser uno de los que le pasa infraestructura (desconozco si le aporta dinero). Pero ahí está Vittori, siguiendo los rituales de un Maipú de antaño. Como una especie de guardián de las tradiciones, encuentra eco en aquellas y aquellos que añoran los desfiles del 5 de Abril en el Templo Votivo de Maipú, o que buscan que el aniversario comunal sea lo que era antes.
Son personas mayores, nostálgicas del Maipú que Vittori encarnó en su momento. Son personas que lo quieren, lo siguen y que están convencidas que -cual pueblo elegido- deben peregrinar con su líder y atravesar el desierto en busca de la tierra prometida (que es el Municipio de Maipú).
Un diagnóstico errado y a destiempo
El problema, a mi juicio, es que Christian Vittori no está leyendo los tiempos actuales. Nunca, ni en sus mejores momentos fue un intelectual. Su liderazgo provenía más bien de su sentido de oportunidad y su ambición ilimitada.
Tras quedar sumido en el Caso Basura, perder la alcaldía, ha intentado volver a la arena política. Las municipales pasadas, su apuesta fue levantar la candidatura de su esposa, Pamela Riquelme, a la alcaldía de Maipú de la mano del Partido Progresista.
A mi juicio, buscaba ser llamado “a negociar”. Aplicaba su escuela. En los tiempos de la DC en Maipú una candidatura que podía dividir votos siempre se arreglaba entre el alcalde de turno o su jefe de gabinete y los sectores díscolos.
Los arreglos solían consistir en abrir la billetera municipal y contratar a un par de amigos, cercanos, familiares u operadores en el Municipio o la CODEDUC. A veces también en SMAPA.
Sin embargo Vittori no leyó que Vodanovic proviene de otra matriz. De otra escuela. Históricamente el alcalde de Maipú lo ha mirado con desdén y más de alguna vez ha levantado la tesis que el caso por el que fue declarado inocente Vittori, estuvo mal llevado.
En ese sentido, no importa lo que haga Vittori. No lo llaman a negociar.
Vittori fue un paria de la política y entre que salió por la puerta de atrás del Municipio y que la justicia lo declarara inocente, pasaron elecciones, surgieron liderazgos, el Frente Amplio se hizo con el gobierno comunal y Boric accedió a la Presidencia. Hubo estallido social, dos intentos fallidos de constitución y una pandemia.
Se crearon inteligencias artificiales, la política perdió el poco prestigio que le quedaba y los liderazgos se resumen en tweets y se hace por TikTok.
Y la suma de todo eso deja a Vittori fuera de juego. Anclado al 2015 buscando repetir fórmulas que sólo le funcionan con sus fieles. En las encuestas marca menos de un 5% y tiene la desgracia que Vodanovic, con toda su inexperiencia, ha logrado devolverle al puesto de alcalde de Maipú, cierta honra que ya parecía perdida.
En 3 años de gobierno local, Vodanovic no ha aparecido en las noticias acusado de robo y la oposición que enfrenta, por la derecha y sectores del PS y el PPD, es inexistente. A veces intentan hacer operaciones, pero son como francotiradores equipados con pistolas nerf. No pegan, no inciden.
Y ahí está Vittori buscando un espacio. Algunos dicen que incluso podría terminar de candidato de la derecha en Maipú. Todo es posible cuando hay hambre de triunfo y sed de venganza, y el escenario está abierto a su irrupción, que presagio, será irrelevante.
Porque tal vez el error más grande que comete el exAlcalde es no comprender los tiempos que corren. En tiempos líquidos y de permanente cambio, incluso la verdad judicial pierde importancia.
En una época movida por pulsaciones y sentires, dónde los liderazgos mundiales tocan “otras fibras”, la verdad dejó de ser relevante. Hace algunos meses hice una encuesta en La Voz en la que sobre el 75% de las personas que votaron (hubo más de 500 votos) indicaban que Vittori era culpable en el caso basura.
En ese sentido, poco importan las tallarinatas, coronas de flores, bailes y demás cosas que pueda hacer el exAlcalde y es que se podría -su situación- resumir de mil maneras, pero nada me parece más pertinente que decir “ese hombre ya está muerto, no más no le han avisado”.