El próximo 1 de abril se votará en la cámara de diputados de Chile el proyecto de ley de caza de perros asilvestrados, luego que fuera aprobado por la comisión de agricultura, lo que nos muestra lo peor de ciertos sectores políticos en el país, los cuales están dispuestos a todo con tal de proteger ciertos intereses particulares, incluso a costa de la muerte de algunos.
Lo planteo en esos términos, ya que este proyecto presentado por el diputado de derecha Harry Jürgensen, atenta contra mínimos básicos de convivencia que debieran existir en una sociedad que intente preservar la vida en toda su amplitud y en generar una cultura del cuidado sostenible, que esté por sobre cualquier tipo de maltrato y de intento de justificar matanzas en nombre de algún sector productivo.
Es lo que sucede con este horroroso proyecto de ley, ingresado por Jürgensen el 28 de noviembre 2018, el cual si bien busca dar respuesta a una problemática real en el sector rural y ganadero, ante los ataques de perros a distintos animales (bovinos, ovinos, gallinas, pudúes, huemules), e inclusive a humanos, lo grave es que se refiere a los perros como especies asilvestradas e invasoras, lo que muestra un desconocimiento completo del tema.
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De ahí que sea un proyecto de ley peligroso para el país, ya que al usar una noción que no existe en la legislación actual, como lo es la de perro asilvestrado, permitiría que personas que sean parte de asociaciones agrícolas, puedan asesinar a perros que circulen sin supervisión en una zona rural a más de 200 metros de distancia, lo que los eximiría de cualquier responsabilidad penal, violando así el principio de igualdad frente a la ley.
En consecuencia, es insólito que un parlamentario presente un proyecto de ley que ignore lo que aparece en la Ley Cholito e incluso en el artículo 291 del código penal, en el cual explícitamente plantea que “el que cometiere actos de maltrato o crueldad con animales será castigado con la pena de presidio menor en sus grados mínimo a medio y multa”, llevando la discusión un sin sentido ético y jurídico que da vergüenza.
Asimismo, nadie en su sano juicio puede creer que esos perros son especies exóticas o salvajes y no ver que son en su gran mayoría perros abandonados por tutores irresponsables, de los cuales muchos de ellos son de los mismos ganaderos que están pidiendo matar de manera criminal para frenar una problemática que tiene su origen en la negligencia y en la negación de los derechos de los animales no humanos como seres sintientes.
En otras palabras, el proyecto de Jürgensen no solo no va al fondo del problema, que es la tenencia irresponsable y el abandono de mascotas de parte de seres humanos, sino que lo agrava y empeora la situación, ya que al aprobar algo así podría generar una matanza indiscriminada de perros, que solo generará muertes y también conflictos entre vecinos y vecinas.
Por lo mismo, lo que hay que hacer es justamente fortalecer la institucionalidad y la misma Ley Cholito, dándole una implementación real a esta en las distintas regiones y comunas a lo largo de todo Chile, promoviendo a nivel educacional y comunitario la tenencia responsable, prohibiendo los criaderos, realizando campañas informativas sobre lo importante de la esterilización y los chip de identificación, y que exista una fiscalización en serio.
Es en este último punto, la fiscalización, que quienes adoptamos mascotas y rescatamos perros, y no nos importan las razas, sabemos muy bien que es extremadamente insuficiente, al ver diariamente a muchos de ellos golpeados, encerrados, perdidos, tirados a las carreteras y que son atropellados, como resultado de personas irresponsables e individualistas, que no entienden lo importante que es llevar con correa a un perro, esterilizarlo e inscribirlo con el chip, lo que les puede salvar la vida.
Pero para eso, hay que dejar de ver a los perros como una propiedad de uno, en donde al tratarlos como cosas u objetos, se llega al extremo de que un grupo de diputados quieran legalizar la matanza de perros abandonados y se crean con el derecho de matarlos, mostrando la peor cara de la crueldad humana y falta de empatía con el sufrimiento del otro.
Dicho lo anterior, no podemos ser indiferentes y no escandalizarnos a esta brutalidad de proyecto presentado por diputados disociados del cuidado de la vida, pero tampoco al sufrimiento que viven día a día miles de perros, por una sociedad que no está a la altura y que no se que está esperando para hacer un giro a cómo se está relacionando con su entorno y con otras especies, que también necesitan protección.
Que esta nueva Semana Santa en Chile, dentro de un país que se dice cristiano, sirva como instancia de reflexión, de conversación y que nos permita ver que el sufrimiento lo tenemos al frente de nosotros, y que incluya a seres no humanos también, que son invisibles o meras mercancías para muchos y muchas, en vez de uno más de nuestras familias y comunidades.