La Iglesia Metodista de Chile sorprendió a todos con una declaración donde hacen una potente crítica a la clase política, el individualismo, el patriarcado, la militarización de la Araucanía, entre otros temas. Además, presentan su apoyo irrestricto a los derechos humanos y se ofrecen como garantes para el proceso de la nueva constitución.
La declaración ha sido ampliamente comentada, debido a la profundidad de la reflexión y la claridad de la postura que toman. El texto también ha servido como contraste frente a otras iglesias, como otras denominaciones cristianas y por supuesto la Iglesia Católica, cuyo rol en el estallido social ha pasado a un segundo y tercer plano.
La declaración fue redactada durante La Asamblea General de la Iglesia Metodista de Chile, quienes se reunieron en el Fundo el Vergel en Angol los días 15 al 19 de enero del 2020:
A continuación, reproducimos la declaración:
Declaración Pública de la Iglesia Metodista de Chile
1.- Como cristianos evangélicos reconocemos que ningún ser humano está exento de cometer errores, pero, asimismo reconocemos que hay una gran diferencia cuando esos errores se convierten en horrores.
2.- Como cristianos metodistas no podemos desmarcarnos de la responsabilidad social que tenemos, sobre todo aquella que ha suscitado la crisis que como país estamos viviendo, por lo que asumimos como nuestra la responsabilidad en torno de este contexto.
3.- La responsabilidad cristiana social se manifiesta levantando nuevamente nuestra voz profética, denunciando la injusticia y anunciando un camino de justicia, al cual nos ha llamado el Dios de la vida.
4.-Con humildad pedimos perdón por no haber sido una Iglesia que haya develado el pecado de la injusticia social, en todas sus esferas, con mayor prontitud y vehemencia. Constatamos que el estallido social hizo emerger y visibilizar una crisis profunda, la que es reflejo de una sociedad hedonista, individualista y materialista. Las consecuencias de este pecado social e individual, entre otras, son: un sistema de salud deficitario, una educación cada vez más mercantilista, una previsión social que deja en la pobreza y la orfandad a miles de hombres y mujeres que han dado su vida por esta nación, es decir, la falta y ausencia de la vida digna que anuncia el evangelio. Además, los fenómenos de la corrupción de las élites políticas y sociales han tocado fuertemente a todas las esferas y estratos de nuestra sociedad, manteniendo, normalizando y suscitando la injusticia social que vivimos como nación.
5.- La sociedad chilena, y en especial la clase política dominante han sido incapaces de escuchar y sensibilizarse con las necesidades y demandas de justicia de los pueblos originarios, negando su reconocimiento constitucional y sus derechos de acuerdos internacionales. Además, se ha desarrollado una gran carga represiva y de militarización en sus territorios, con un fin netamente mercantil, el de amparar a las empresas forestales y mineras, ligadas a los grandes grupos económicos. Esto ha ido provocando la agudización y radicalización del conflicto, con trágicas y mortales consecuencias.
6.- Los índices de la macroeconomía muestran resultados de mejoras sorprendentes, pero éstos no se reflejan en la vida real de todas y todos los ciudadanos de manera justa y equitativa. Los frutos de los indicadores no se distribuyen de manera equitativa a los trabajadores y trabajadoras; artífices de esta prosperidad y de la sociedad en general.
7.- Vivimos en una sociedad patriarcal, que produce violencia hacia la mujer, tanto física como simbólica, excluyéndola social, económica, religiosa y culturalmente, incluso llegando al extremo de atentar contra su vida, haciéndose visible esto en la enorme cantidad de feminicidios que arrojan las tristes estadísticas anuales.
8.- Como metodistas no podemos dejar de denunciar la crisis medio ambiental que estamos viviendo producto de la soberbia, la ambición y otros resultados del pecado humano, tales como la avaricia ilimitada. Al reconocer los hechos concretos debemos recordar la enseñanza del Evangelio que dice que: “no hay peor ciego que aquel que no quiere ver”. Consideramos esto para quienes no quieren aceptar esta crisis de emergencia climática ecológica, a pesar de las evidencias claras del fenómeno del calentamiento global, evidenciadas en la destrucción de las fuentes de agua y la usurpación del agua por parte de grupos de poder y los capitales de este vital elemento, la destrucción de los bosques nativos y reservas naturales, con el consiguiente daño a todo ser viviente, que también es creación de Dios.
9.- Nos ha horrorizado la violencia destructiva por parte de los agentes del Estado, que está dejando secuelas de mujeres y hombres violentados y mutilados, además de otras consecuencias fatales como hermanos y hermanas que perdieron la vida, (esto deja de manifiesto una desconexión entre las fuerzas de orden y la sociedad civil). Nos preocupa que este estallido social ha traído consigo una violencia inusitada de algunos sectores interesados en perturbar la sana convivencia social. Una muestra es la violencia en contra de bienes, servicios e infraestructuras de servicios de orden público. Este grado de deshumanización es altamente preocupante.
Ante esta situación, hacemos un ferviente y permanente llamado por la paz y el respeto mutuo, a fin de reconstruir y proyectar las bases para una sana convivencia nacional.
10.- En medio de este contexto, los metodistas nos comprometemos con el Dios de la Vida a la defensa irrestricta de los derechos humanos, para ser puentes de reconciliación y búsqueda de la justicia y la paz entre todos los que habitamos esta hermosa nación.
Además nos comprometemos a promover y participar activamente en el proceso de construcción de una nueva carta fundamental, que incluya la mirada de todos y todas.
La iglesia Metodista de Chile siempre está disponible a ofrecerse como garante para establecer espacios de diálogos sanadores y constructivos en todas nuestras comunidades eclesiales locales.
Llamamos a todos los metodistas y cristianos en general a desarrollar un período de ayuno y oración por nuestro país.
Deja una respuesta